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“De hecho, aunque el cuerpo es uno solo, tiene muchos miembros, y todos los miembros, no obstante ser muchos, forman un solo cuerpo. Así sucede con Cristo. Todos fuimos bautizados por un solo Espíritu para constituir un solo cuerpo -ya seamos judíos o gentiles, esclavos o libres-, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. Ahora bien, el cuerpo no consta de un solo miembro sino de muchos. Si el pie dijera: «Como no soy mano, no soy del cuerpo», no por eso dejaría de ser parte del cuerpo. Y si la oreja dijera: «Como no soy ojo, no soy del cuerpo», no por eso dejaría de ser parte del cuerpo. Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿qué sería del oído? Si todo el cuerpo fuera oído, ¿qué sería del olfato? En realidad, Dios colocó cada miembro del cuerpo como mejor le pareció. Si todos ellos fueran un solo miembro, ¿qué sería del cuerpo? Lo cierto es que hay muchos miembros, pero el cuerpo es uno solo. El ojo no puede decirle a la mano: «No te necesito.» Ni puede la cabeza decirles a los pies: «No los necesito.» Al contrario, los miembros del cuerpo que parecen más débiles son indispensables, y a los que nos parecen menos honrosos los tratamos con honra especial. Y se les trata con especial modestia a los miembros que nos parecen menos presentables, mientras que los más presentables no requieren trato especial. Así Dios ha dispuesto los miembros de nuestro cuerpo, dando mayor honra a los que menos tenían, a fin de que no haya división en el cuerpo, sino que sus miembros se preocupen por igual unos por otros. Si uno de los miembros sufre, los demás comparten su sufrimiento; y si uno de ellos recibe honor, los demás se alegran con él. Ahora bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno es miembro de ese cuerpo.” - 1 Corintios 12.12-27

 

Este domingo continuamos con la serie de mensajes que titulamos “Somos iglesia” en la que vamos descubriendo juntos cómo es la iglesia que Jesús planeó, de la cual somos parte.

Creemos firmemente que como iglesia “SOMOS REFUGIO”. Un refugio es un lugar de protección y amparo. No podemos vivir la vida solos, no fuimos creados para vivir en soledad. Juntos somos más fuertes y juntos podemos resistir las adversidades. Por eso como iglesia creemos que todas las personas son importantes.

Y porque entendemos que somos importantes es que nos cuidamos. Somos intencionales en el cuidado los unos a los otros y lo hacemos evidente a través de nuestras palabras, por ejemplo. Como refugio no estamos para juzgar o resaltar los errores del otro sino para cubrirlos con amor y hablar vida sobre cada persona. Hablar de cómo Jesús nos ve e incluso considerando a los demás como superiores a nosotros mismos. (Filipenses 2:3)

Si Jesús fue tan específico e intencional en su cuidado y entrega por cada uno de nosotros, como iglesia imitamos la forma de amar de Jesús. Y entendemos que nuestro amor a Dios se refleja en como amamos a las personas.

Ser refugio para otros es incluso responder con amor frente a un mal día de la otra persona, es ser confiables cuando se nos comparte algo personal, es no estar con el dedo listo para señalar sino con los brazos y el corazón dispuesto a sostener y abrazar. Como iglesia y refugio lloramos con aquellos que están pasando dificultades y celebramos juntos nuestras victorias.

Como iglesia refugio, avanzamos juntos sin dejar a nadie atrás. Al contrario, yendo en pos de otros.

 

REFLEXIÓN

Es probable que muchos de nosotros hayamos llegado a este momento de nuestras vidas cargando con experiencias muy distintas respecto a lo que es la iglesia. Pero es tiempo de que dejemos eso atrás y seamos la iglesia que Jesús diseñó. Que podamos abrir nuestro corazón y sentirnos seguros.

¿Estamos considerando a otros en nuestra vida o batallamos solos nuestras dificultades?

Que en este tiempo podamos acudir a nuestra iglesia en busca de ayuda y estar ahí para sostener al que nos necesita. (Eclesiastés 4:9-12)

¿Estamos cuidando a los demás hablando vida sobre ellos o solo vemos sus errores?

Seamos intencionales en el cuidado de otros, que nuestras palabras afirmen y sanen, que esto pueda volverse un hábito entre nosotros, la iglesia.

¿Estamos siendo refugio para otros?

Que estar cómodos y seguros no nos haga olvidarnos de todas aquellas personas que aún no encuentran ese lugar de restauración y salvación que tanto necesitan. Avancemos juntos y en pos de otros, ¡eso es ser iglesia!