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Mateo 16:13-2
Cuántas veces por desconocer lo que un lugar tiene para ofrecernos, nos perdemos de beneficios que nos corresponden por estar ahí. Ya sea un hotel, un parque, un restaurante, etc.
Muchos de nosotros por no tener una revelación de lo que es la iglesia, nos perdemos de disfrutarla por completo. La iglesia es el cuerpo de Cristo, un cuerpo vivo, y ser parte de la iglesia nos lleva a vivir una experiencia personal de crecimiento que es posible porque estamos juntos como cuerpo (Eclesiastés 4:7).
Cuando vivimos la iglesia como realmente es podemos crecer en fe, alcanzando una relación personal con Dios que avanza constantemente y nos lleva a descubrir cada vez más las cualidades de su persona. Porque cuando nos reunimos como iglesia, la presencia de Dios mismo está presente.
Vivir la experiencia de conocer más a Dios nos lleva a crecer en amor, amor por el resto del cuerpo, amor por nuestros hermanos, y aún por las personas que no conocen a Jesús.
Y este amor se ve reflejado también en nuestro servicio, crecemos en el descubrimiento de nuestros dones y talentos, nuestro potencial personal se desarrolla pero no para usarlo a nuestro favor, sino para ponerlo en servicio de otros. Como iglesia entendemos que nuestras cualidades fueron pensadas por Dios para que podamos bendecirnos los unos a los otros sirviéndonos con amor.
Ser la iglesia es vivir una vida que no se detiene sino que crece constantemente, en su relación con Dios, con las personas y su servicio a ellos.
“Dios trabaja de maneras diferentes, pero es el mismo Dios quien hace la obra en todos nosotros. A cada uno de nosotros se nos da un don espiritual para que nos ayudemos mutuamente.”
1 Corintios 12:6-7 NTV
REFLEXIÓN
¿Estamos creciendo en nuestra relación con Dios y la iglesia, o solo nos quedamos con la primera impresión?
Hay mucho más de Dios para cada uno de nosotros, el conocimiento de Él nos lleva a ver frutos en nuestras vidas, una transformación real. Creemos que caminando juntos siempre esperaremos por delante lo mejor.
¿Estamos poniendo en práctica el desafío de amarnos?
No es viable una iglesia sin amor. El amor con que Jesús nos amó es el hilo conductor entre cada persona que formamos la iglesia. Este amor mutuo es el que nos lleva a avanzar juntos.
¿El amor se está viendo reflejado en mi servicio?
Todos tenemos un potencial increíble pensado y diseñado para bendecirnos mutuamente. Poner esos dones y talentos al servicio de Dios y su iglesia es lo que nos llevará a no estancarnos y seguir descubriendo aún mucho más.