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“Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor.” Lucas 4:17-19 RVR1960

Como iglesia tenemos el poder para llamar las cosas que no son como si fuesen. Fuimos llamados a declarar vida sobre lo que está muerto y anunciar la Buena Noticia de Salvación, un futuro de esperanza.

Por eso, como somos futuro, no nos anclamos al pasado. Jesús dio su vida para hacernos libres de todo lo que nos ataba, ya no nos mira por lo que éramos sino por lo que Él dice que somos. (Colonenses 1:18-23) ¡Nos ve santos!

Aún si nuestro pasado fue bueno, no vivimos de glorias pasadas. Como somos futuro y nos aguarda una esperanza gloriosa, sabemos que siempre lo mejor está por venir. Y que aún lo que estamos viviendo en el presente no es la meta, es solo el paso hacia lo que viene. No dejamos que las presiones y lo urgente nos distraiga de lo importante. Somos intencionales en nuestro presente, conscientes de que el futuro se construye hoy.

Somos iglesia para los que vienen, para aquellos que aún no conocen la esperanza de Salvación. Hablamos libertad sobre los que están cautivos, hablamos vida sobre lo que está muerto, ¡somos futuro para aquellos que no tienen esperanza!

REFLEXIÓN

¿Estoy con las expectativas puestas en el futuro o el pasado me está deteniendo?
Tenemos una promesa de Salvación, y fuimos llamados a anunciar esa promesa.

¿Las presiones presentes me están distrayendo de lo que es realmente importante?
El futuro se construye hoy, seamos intencionales en las decisiones que tomamos en el presente.

¿Estoy expresando vida y esperanza?
Somos futuro para aquellos que sienten que su vida se termina hoy, ¡hablemos vida, hablemos futuro!