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En esta serie de mensajes en la que juntos descubrimos lo que realmente es la iglesia, es importante que tengamos en claro qué es para nosotros la generosidad.
Es verdad que de los diezmos y las ofrendas se desarrolla más en el antiguo testamento, pero esto no significa que sea una acción que queda nula para nosotros.
Jesús no solo no lo anuló, sino que se encargó de revelarnos algo nuevo, el corazón detrás de la acción. Dar nuestros diezmos y ofrendas por obligación no sirve de nada. Diezmar y ofrendar es una forma de honrar a Dios y reconocer que todo viene de Él.
Levítico 27.30
«Pero ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que podamos darte estas ofrendas voluntarias? En verdad, tú eres el dueño de todo, y lo que te hemos dado, de ti lo hemos recibido.» 1 Crónicas 29.14
Proverbios 3.9
No damos para negociar con Dios y obtener bendición. Y mucho menos para calmar nuestra conciencia. Jesús vino a enseñarnos una medida mayor de entrega. No solo a cumplir con lo correcto. Porque Dios mira el corazón detrás de la acción y no la acción en si misma (1 Samuel 16.7).
Como aquella viuda que vemos en Marcos 12.41-44 a la que Jesús observaba mientras daba su ofrenda, unas pocas monedas a vista de todos pero Jesús reconoció la actitud de aquella al dar todo lo que tenía.
Somos una iglesia generosa. Donde no se nos impone sino que lo hacemos de corazón entendiendo que si algo podemos dar es porque antes nos fue dado por Dios. Somos generosos porque Dios fue y sigue siendo generoso con nosotros al darnos salvación (Juan 3.16, Romanos 3.22-24).
Jesús nos enseña a dar por gracia lo que por gracia hemos recibido. Compartir el evangelio debe ser gratuito para aquel que recibe la Buena Noticia de Salvación, pero requiere un compromiso de parte de nosotros la iglesia. No damos porque necesitamos cubrir gastos, damos porque somos una iglesia que mira al futuro y quiere extenderse para seguir alcanzando a más personas con el amor de Jesús.
Filipenses 4.10-19
Somos generosos no solo con nuestros recursos, también con nuestro tiempo, nuestro servicio, y con todo lo que somos.
2 Corintios 12.14-15
Y aunque no perseguimos beneficios, a la hora de dar sabemos que hay bendición sobre aquellos que practicamos la generosidad.
REFLEXIÓN
¿Estoy siendo generoso con Dios?
Dar a Dios con generosidad es reconocer que todo viene de Él, y que no hay nada en nuestras vidas que tenga mayor valor.
¿Estoy reconociendo la generosidad de Dios en mi vida?
Cuando comprendemos que todo lo que ya tenemos nos fue dado por gracia, la generosidad brota de nuestros corazones.
¿Estoy siendo generoso con otros?
La generosidad nos ayuda a desarraigar todo egoísmo y poder así avanzar juntos, ¡porque juntos llegamos más lejos! (Eclesiastés 4.7).