«Se ha cumplido el tiempo —decía—. El reino de Dios está cerca. ¡Arrepiéntanse y crean las buenas nuevas!» Marcos 1.15

Las personas tenemos muchos aspectos en común, pero algo muy particular es que todos los seres humanos estamos en una constante búsqueda de algo. Vamos de aquí para allá en esta búsqueda incansable y en medio de todo Jesús se presenta y nos dice BASTA, ARREPIENTANSE QUE EL REINO DE LOS CIELOS ESTA CERCA!

Muchos están en busca de aprobación, de reconocimiento, dignidad, respeto, pero la realidad es que no vamos a encontrar lo que realmente necesitamos fuera de Dios. En Jesús recibimos nuestra verdadera identidad. Cuando creemos en él, Dios nos da el derecho de ser llamados hijos de Dios. (Juan 1.12)

LA CONDICIÓN PARA SER HIJOS DE DIOS NO ES SER PERFECTOS, SINO CREER

El Reino de Dios viene a cambiar nuestra identidad. Necesitamos comprender la grandeza de este milagro que solo Dios puede hacer.

La identidad de reino me da una visión clara, no condicionada por los traumas o heridas del pasado, ni conocimientos o estatus social, sino que esta basada en lo que Dios hizo por nosotros. Por eso tener una identidad de reino me garantiza que mi pasado ya no va a influir en mi presente y futuro, porque mi vieja identidad está sepultada.

Para poder experimentar y recibir esta nueva identidad necesitamos nacer de nuevo, quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios. (Juan 3.3)

Lamentablemente muchos cristianos llevan tiempo caminando en la fe pero aun no comprendieron que el Reino de Dios les pertenece y viven abrumados y atormentados por su vieja identidad, viven una vida limitada y mediocre.

En Números 13 podemos ver cómo Moises envía a 12 espías a inspeccionar la tierra que Dios ya le sabia prometido que seria de ellos. Al ver a los habitantes de aquel lugar expresaron que se sentían como langostas, poca cosa frente a ellos. Habían perdido su perspectiva de quienes eran en Dios y habían olvidado lo que Dios había hecho con ellos anteriormente.

Muchas veces nosotros tenemos una mirada incorrecta de nosotros mismos, nos sentimos menos, no podemos ver con claridad quienes somos en Dios, y de la misma manera terminamos teniendo una perspectiva errada de Dios. Si esta es nuestra realidad, si hemos perdido nuestra perspectiva de quien es Dios y quienes somos nosotros en él, entonces necesitamos nacer de nuevo.

Cuando nacemos de nuevo, cuando aceptamos a Jesús, Dios nos reconoce cómo sus hijos y nos ve a través de Cristo. Ya no vivimos nosotros sino que Cristo vive en nosotros.

«He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí.» Gálatas 2.20

La identidad que recibimos en Dios nos declara justos. Somos totalmente aceptados por Dios y quienes somos en él no esta determinado por nuestro pasado o acciones sino por lo que Jesús hizo por nosotros. (1 Pedro 2.9 / 2 Corintios 5.21)

De Dios hemos recibido vida eterna, perdón y libertad del pecado que nos tenia esclavos. (Juan 5.24 / Colosenses 1.13) Con esta nueva identidad hemos recibido el Espíritu Santo que nos capacita para resistir aun cuando el pasado y nuestra vieja identidad quiere levantarse. Es el Espíritu Santo que nos recuerda quiene somos ahora en Dios.

Jesús nos demostró que es importante que tengamos una identidad clara en Él. Nuestra nueva identidad, la identidad de Reino nos recuerda cada día quiénes somos en Cristo.

 

  REFLEXIÓN  

¿QUE ESTOY PERSIGUIENDO? Todos los seres humanos perseguimos algo, buscamos establecer nuestra identidad basada en el reconocimiento, nuestros logros, etc. Jesús vino a ponerle fin a esa búsqueda y establecer una identidad de reino en nosotros.

¿QUE PERSPECTIVA TENGO DE DIOS Y DE MI MISMO? Si hemos perdido de vista quién es Dios y quienes somos nosotros, es momento de nacer de nuevo, creer en Jesús es la clave para recibir una nueva identidad, la de hijos de DIOS.

¿QUE DICE DE MI ESTA NUEVA IDENTIDAD DE REINO? En Dios somos perdonados y aceptados. Ya no vivimos nosotros sino que Cristo vive en nosotros, y su espíritu Santo nos capacita para poder vivir cada día de nuestras vidas en esta identidad de REINO. VIVIR Y DISFRUTAR EL PLENO DERECHO DE SER HIJOS DE DIOS.