«Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿Cómo lo recobrará? Ya no sirve para nada, sino para que la gente la deseche y la pisotee. 14 »Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una montaña no puede esconderse.15 Tampoco se enciende una lámpara para cubrirla con una vasija. Por el contrario, se pone en el candelero para que alumbre a todos los que están en la casa. 16 Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben a su Padre que está en los cielos.» Mateo 5.13-14

En distintas ocasiones, luego de realizar un milagro, Jesús ordenaba estrictamente a quienes habían sido sanados que no cuenten nada de lo que había sucedido. (Mateo9.27-31 / Mateo 5.35-43 / Lucas 9.18-21). Es que Jesús sabia que si la noticia corría se le iba a impedir moverse abiertamente, en ese momento la fama que le generaban estos sucesos impedían que él pudiera llegar a mas personas, y el plan de Jesús nunca fue esconder su mensaje.

Pero hoy no tenemos esa dificultad, Jesús nos envía a compartir el mensaje de salvación a cada persona en la tierra. Desde que Jesús inició su ministerio, comenzó dando un mensaje bien claro.

«Después de que encarcelaron a Juan, Jesús se fue a Galilea a anunciar las buenas nuevas de Dios. 15 «Se ha cumplido el tiempo —decía—. El reino de Dios está cerca. ¡Arrepiéntanse y crean las buenas nuevas!» Marcos 1.14-15

Jesús vino a anunciar un nuevo tiempo, un tiempo de salvación y esperanza. Él no quería que nada interrumpa esta misión. Nunca fue la idea de que este mensaje sea escondido, por eso Jesús evitaba que su fama se divulgara antes de tiempo, quería poder llegar a la mayor cantidad de personas posibles. (Mateo 17.9)

Pero cumplido el tiempo de su muerte y resurrección, cuando ya la obra estaba hecha, Jesús alienta a sus discípulos a anunciar la buena noticia en toda la tierra. (Marcos 16.9-19). Es que la iglesia nunca fue pensada para una comunidad cerrada y asilada del mundo, sino para que otros vean en nosotros el mensaje de Jesús, para brillar mas fuerte que nunca en medio de la noche.



Necesitamos entender que en un tiempo donde las malas noticias abundan SOMOS PORTADORES DE UNA GRAN NOTICIA, y esa noticia no puede esconderse, tiene que ser compartida. Este mensaje que llevamos, trae vida y esperanza, un mensaje que transforma vidas. No es una filosofía o una corriente moderna, es la verdad de Dios. Hay un respaldo de Dios para los que se animan a creer, Jesús nos asegura que sus señales seguirán a aquellos que creen.

Pero muchas veces no hemos entendido realmente el evangelio, y lo convertimos en un acto egoísta, creyendo que la salvación empieza y termina en nosotros. Hasta los discípulos de Jesús se peleaban por tener un lugar de privilegio en la eternidad (Mateo 20.20-28). Pero es una equivocación pensar que Jesús dio su vida en la cruz para que nosotros vivamos egoístamente, al contrario, el evangelio siempre se trato de alcanzar a otros. No estamos para crear una comunidad aislada y feliz, sino para comunicar salvación al mundo. (Juan 17.14-19)

Desde el momento en el que decidimos creer en Jesús fuimos llenos de vida, UNA VIDA QUENOS Y QUE PUEDE TRANSFORMAR LA VIDA DE OTROS. (2 Corintios 5.14-21 / 1 Corintios 11.23-26)

Muchos hoy viven engañados, tenemos que gritar bien fuerte la verdad de Jesús, la única capaz de traer a las personas de muerte a vida.



REFLEXIÓN:

¿ESTOY CREYENDO EN EL PODER QUE TIENE EL MENSAJE DE JESÚS? El evangelio no es una filosofía o una ideología, es una verdad llena de poder para llevar a las personas de muerte a vida.

¿ESTOY VIVIENDO UNA VIDA EGOÍSTA? Nuestra fe en Jesús no es para que vivamos una vida cómoda, no se trata de buscar nuestro bienestar, sino de compartir con otros la esperanza que encontramos en Él.

¿ESTOY HACIENDO BRILLAR LA LUZ DE JESÚS? Con mis acciones puedo hacer la diferencia en medio de un mundo lleno de malas noticias. El evangelio siempre se trato de alcanzar a otros con el mensaje de salvación.

El propósito de VIVILO es compartir la esperanza que encontramos en Jesús.

¡Él es nuestro mensaje!