«Jesús se acercó entonces a ellos y dijo: —Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.» Mateo 28.18-20

 

Creemos que la soledad es una circunstancia que simplemente nos toca vivir, pero en realidad es una decisión. La decisión de caminar solos, de no compartir la vida con otros. Sin embargo, ¿Qué pasa cuando esta soledad surge del rechazo, del desprecio, de sentirnos abandonados?

En esos momentos, nos sentimos desamparados, como si no recibiéramos el amor, el reconocimiento o el cuidado que creemos merecer.

TODOS BUSCAMOS SER VALORADOS.

Anhelamos ser aceptados y que nos tengan en cuenta. Pero todos hemos vivido la experiencia de ser rechazados. Quizá con las palabras o con acciones, nos han hecho sentir que no somos bienvenidos en un lugar.

Pero no son solo miradas o acciones, el rechazo puede ser marcado, incluso, por la indiferencia.

LA INDIFERENCIA PUEDE HABLAR MÁS QUE LAS PALABRAS.

Y la indiferencia no es más que en esencia, la falta de atención, interés o valor hacia algo o alguien, como si simplemente no existiera. La indiferencia nos hace sentir que no somos vistos, que no somos amados, que no somos tomados en cuenta.

Y muchas veces trasladamos esta experiencia de rechazo a nuestra relación con Dios, creyendo que Él también es indiferente en nuestra vida. Nos sentimos olvidados y pensamos que Él no nos escucha, no nos cuida, y que mucho menos nos pone atención.

Es importante saber que no sos el único que ha sentido ese dolor. En varias ocasiones, los Salmos reflejan este tipo de angustia profunda. El salmista, en su aflicción, expresa su desesperación y su sentimiento de abandono Salmos 22.1-2 expresa «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿Por qué estás lejos para salvarme, tan lejos de mis gritos de angustia? Dios mío, clamo de día y no me respondes; clamo de noche y no hallo reposo.»

Otros ejemplos como Salmos 10.1 «¿Por qué, SEÑOR, te mantienes distante? ¿Por qué te escondes en momentos de angustia?»; Salmos 13.1-2 «¿Hasta cuándo, SEÑOR, me tendrás en el olvido? ¿Hasta cuándo esconderás de mí tu rostro? ¿Hasta cuándo he de atormentar mi mente con preocupaciones y he de sufrir cada día en mi corazón? ¿Hasta cuándo mi enemigo triunfará sobre mí?» que expresan ese sentimiento de ser abandonados, de desesperación, viendo un Dios distante.

Y es que en ocasiones, ante la falta de respuestas, podemos sentir que Dios está distante o que nos ha abandonado, especialmente cuando enfrentamos problemas que nos superan.

PERO JESÚS SIEMPRE NOS VE Y NO SOMOS INDIFERENTES PARA ÉL.

Y es importante saber que Dios está profundamente interesado en nosotros. Nos ama con un amor que no solo fue expresado en palabras, sino demostrado en acciones. Y la prueba más grande es Jesús, quien vino al mundo para buscarnos y salvarnos.

La cruz es la mayor muestra de ese amor inagotable y lo podemos ver en Juan 3.16-17 y Filipenses 2.7 nos expresa cómo Jesús se humilló y se entregó completamente por nosotros.

JESÚS TE AMA Y ESTÁ INTERESADO EN VOS.

En Marcos 6.30-44 nos encontramos a las multitudes que siguieron a Jesús mientras Él buscaba un momento de descanso con sus discípulos. Pero cuando Jesús vio a la multitud, Su corazón se conmovió profundamente, porque los vio como «Ovejas sin pastor»

Al hacerse tarde, los discípulos sugirieron que despidiera a la gente para que se fueran a buscar comida. Pero Jesús les dijo: «Denles ustedes mismos de comer.» Tras reunir solo cinco panes y dos pescados, Jesús los multiplicó, y todos comieron hasta quedar satisfechos.

Cuando Jesús vio a la multitud, su corazón se quebrantó porque los percibió como ovejas sin pastor, sin dirección, sin protección, y sin claridad para tomar decisiones.

Eran personas que buscaban respuestas, soluciones, un camino que seguir. Pero Jesús vio a esas multitudes: su vida no le era indiferente, y nuestra vida y situación tampoco lo son para Dios.

Dios no solo observa nuestra situación, sino que es movido a compasión y actúa para provocar un cambio.

LA COMPASIÓN DE DIOS VA MUCHO MÁS ALLÁ DE LA LÁSTIMA.

Sentir lástima es solo experimentar tristeza al ver el sufrimiento de otros. Podemos incluso expresar nuestra pena o quejarnos al ver el mal. Sin embargo, la compasión es distinta. No es solo tristeza, sino un impulso profundo a actuar y a hacer algo para transformar la realidad de quienes sufren.

LA COMPASIÓN DE JESÚS NOS INVITA A BUSCAR UN CAMBIO REAL PARA ALIVIAR EL DOLOR DE LOS DEMÁS.

Y hoy Jesús te ve, ¿Qué te hace pensar que Él no pondrá su atención en vos? Su amor es más que palabras, su amor se expresa y 1 Juan 3:16-18 dice: «En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó su vida por nosotros. Así también nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos. Si alguien que posee bienes materiales ve que su hermano está pasando necesidad y no tiene compasión de él, ¿cómo se puede decir que el amor de Dios habita en él? Queridos hijos, no amemos de palabra ni de labios para afuera, sino con hechos y de verdad.»

Los discípulos también vieron a la multitud, y solo sintieron lástima. Pensaron que ya era tarde, que la gente no había comido y que, de alguna manera, ya no era su problema. Buscaban simplemente deshacerse de la situación, evitando involucrarse más allá.

JESÚS FUE INTENCIONAL EN SUMAR A SUS DISCÍPULOS DICIÉNDOLES DENLES USTEDES MISMOS DE COMER, DENLES SOLUCIÓN.

El problema es que nos hemos acostumbrado a vivir con una lástima que no cambia nada, centrados en nuestros propios intereses y preocupaciones. Y Jesús es intencional en su amor y en involucrarnos en su misión. Por eso, les dijo a sus discípulos: «Denles ustedes mismos de comer».

Hoy estamos frente al mismo desafío, pero vemos la necesidad como algo tan grande y que nuestros recursos no son suficientes.

Nos olvidamos de mirar a las multitudes y sus verdaderas necesidades y Jesús nos invita a no quedarnos de brazos cruzados, sino a hacer algo. Aunque la necesidad sea grande y los recursos parezcan escasos, Él nos llama a actuar, confiando en que, al igual que hizo con sus discípulos, usará nuestra disposición para hacer la diferencia.

JESÚS NO ESTABA PENSANDO EN LA NECESIDAD DE COMIDA, JESÚS VEÍA LA VERDADERA NECESIDAD… ESTABAN SIN PASTOR, SIN CUIDADO.

Jesús no estaba enfocado únicamente en la necesidad de comida. Él veía mucho más allá, veía la verdadera necesidad de las personas: estaban sin pastor, sin dirección, sin el cuidado que necesitaban. 

En Marcos 6.30-44 Cuando las multitudes lo siguieron porque comieron hasta saciarse, Jesús sabía que muchos solo estaban allí por lo inmediato, por lo que satisfacía su hambre física.

Sin embargo, al ser confrontados con la verdad y llamados a reconocer a Jesús como Señor, muchos de ellos decidieron alejarse.

Jesús buscaba ir más allá de las necesidades superficiales y pasajeras; Él quería guiar sus vidas, ser su pastor, pero no todos estaban listos para aceptar ese compromiso.

Y COMO IGLESIA NO NOS PODEMOS EQUIVOCAR, ESTAMOS PARA SERVIR A NUESTRA CIUDAD, NO PARA CAMBIARLA.

El error que hemos cometido como iglesia es poner nuestra atención y querer satisfacer las necesidades aparentes. Pero no somos una ONG, ni una fundación, como iglesia estamos para amar, no solo con palabras sino con acciones.

Y solo Jesús trae el cambio. Hemos sido invitados a ser parte de la historia que Él está contando en nuestra ciudad y nuestro papel es servir a los demás. Al servir, es su amor y su gracia los que logran una obra que está más allá de nuestras capacidades.

NUESTRA ATENCIÓN DEBE ESTAR EN LA NECESIDAD VERDADERA.

Jesús dijo «Toda autoridad se me ha dado» que tenía un fin, que salgamos de nuestra zona de confort, de nuestra zona de egoísmo, para que levantemos nuestros ojos y ver que hay en nuestro al rededor.

La necesidad es tan grande, que nos sentimos como los discípulos, que lo que tenemos no nos alcanza. Y hoy Jesús nos muestra la realidad de lo que se vive en nuestro al rededor. 

Pero nuestra tendencia natural es buscar seguridad, comodidad, tendemos a pensar en nosotros, en nuestro grupo, en nuestro círculo y nos volvemos egoístas pensando en nosotros y para nosotros.

PERO JESÚS VIENDO LA MULTITUD SU CORAZÓN SE PARTIÓ PORQUE VIO MÁS ALLÁ DEL HAMBRE, DE LA HORA, DE LA NECESIDAD, E INCLUSO DE SUS PROPIAS NECESIDADES.

Jesús no vio a las multitudes como un beneficio para su vida, sino que vio la necesidad real, necesidad de salvación.  Estamos en nuestro mes de la causa, y es el momento de pensar en cómo podemos alcanzar a otros. Somos una iglesia de grupos de conexión. Y un grupo de conexión que no atrae a personas nuevas pierde su propósito.

LA CAUSA NOS VIENE A RECORDAR POR QUÉ CRISTO FUE A LA CRUZ.

La visión de Dios es mucho más amplia que la nuestra. Nos invita a dejar de retener lo que tenemos solo para nosotros y a utilizar su poder para bendecir a los demás. Proverbios 11.24 nos recuerda que hay bendición cuando compartimos con generosidad.

HAY PERSONAS A NUESTRO ALREDEDOR ESPERANDO QUE VOS LE COMPARTAS LO QUE TENÉS.

Nuestras vidas tienen el potencial de impactar a muchos. Y Dios tiene una visión más grande para nosotros, mucho más allá de nuestro propio grupo, de nuestro propio círculo. Él nos llama a actuar, a ser sus manos y sus pies en el mundo, y a vivir con una compasión que mueve, que cambia y que transforma vidas.

JESÚS NOS LLAMA A DAR LO QUE TENEMOS Y CONFIAR EN SU PODER PARA HACER LA DIFERENCIA.



¿ESTOY DUDANDO DEL AMOR Y CUIDADO DE DIOS EN MI VIDA?
La sociedad y nuestros propios sentimientos nos han hecho creer que no somos suficientes, que no valemos, lo que nos ha hecho creer que nuestra vida no vale, y que Dios no tiene cuidado de nosotros. Cuando la realidad es totalmente distinta, Dios te ama y está interesado en vos. Y la muestra de amor más grande se refleja en la cruz, pero es necesario que podamos creer y aceptar en ese amor que cambia y transforma nuestras vidas.

¿MIS ACCIONES SE MUEVEN POR COMPASIÓN POR OTROS O ME ESTANCO EN LA LÁSTIMA?
La lástima es sentir tristeza por una acción o algún motivo, pero no nos equivoquemos, compasión no es lo mismo, compasión trata de una tristeza que nos lleva a provocar cambios, que nos mueve. Y Jesús tuvo compasión, Él miró a las multitudes y no se quedó solo con un número, no se quedó solo con el sentimiento de tristeza, sino que esa tristeza lo llevo a moverse. Es importante entender que la compasión debe ser un sentimiento que nos mueva a ver la necesidad de otros, y provocar cambios presentando el evangelio de Jesús, que cambia, sana y transforma. 

¿ESTOY USANDO LO QUE TENGO PARA LLEGAR A OTROS CON EL MENSAJE DE JESÚS? 
Es necesario mirar nuestro al rededor y no solo nuestro círculo inmediato, Jesús nos invita a ser parte de su causa, que es ir a cubrir una necesidad que va más allá de lo económico, más allá del hambre, si no de almas que necesitan ser salvas. La verdadera necesidad de las personas es conocer a Jesús y que sus vidas puedan ser transformadas por su amor, un amor que salva. 

CUANDO RETENGO LO QUE TENGO NO SATISFAGO NI MI PROPIA NECESIDAD. PERO CUANDO DOY LO QUE TENGO PARA SERVIR A OTROS EXPERIMENTO MILAGROS DE DIOS EN MI VIDA Y EN QUIENES ME RODEAN.

 

 

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