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«Cuando llegó a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: -¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Le respondieron: -Unos dicen que es Juan el Bautista, otros que Elías, y otros que Jeremías o uno de los profetas. -Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? -Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente -afirmó Simón Pedro. -Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás -le dijo Jesús-, porque eso no te lo reveló ningún mortal, sino mi Padre que está en el cielo. Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y las puertas del reino de la muerte no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo. Luego les ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Cristo.» Mateo 16.13-20 NVI
Dios busca revelarse a nosotros, darse a conocer. Sin embargo aún hay tantas personas que caminan solas, llenas de preguntas y sin encontrar respuestas.
Como iglesia somos la respuesta a los grandes interrogantes de la sociedad: ¿quién es Dios?, ¿qué hay después de la muerte?, ¿qué sentido tiene la vida?
Vemos reflejado en la vida de Jesús la predisposición a responder toda pregunta que naciera de una inquietud sincera. Como seguidores de Jesús, como iglesia, tenemos las herramientas para responder a estas inquietudes, tenemos la palabra de Dios.
«Esto ha venido a confirmarnos la palabra de los profetas, a la cual ustedes hacen bien en prestar atención, como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que despunte el día y salga el lucero de la mañana en sus corazones.» 2 Pedro 1.19
Es increíble ver como un mismo mensaje puede responder a distintas situaciones que las personas estén atravesando incluso cuando estas provienen de diferentes contextos de vida. Y es que como iglesia no compartimos pensamientos o experiencias humanas, compartimos la palabra de Dios, la cual tiene poder para tocar el corazón y transformar cualquier circunstancia.
La palabra de Dios tiene respuestas para llevarnos a vivir una vida práctica. Y es útil para brindarnos sabiduría, ayudarnos a corregir y enderezar lo que estaba torcido, y traer consuelo y esperanza en medio de las adversidades. Por eso aprovechamos cada oportunidad para compartir el mensaje, los domingos, durante la semana en los grupos de conexión y por todos los medios posibles.
Como iglesia, teniendo la palabra de Dios, tenemos un mensaje. Y no podemos dejar que las presiones que vivimos nos hagan callar. Estas presiones no pueden cambiar nuestras prioridades, ¡porque entendemos que La Palabra tiene el poder de transformar vidas! (Santiago 1:21-27)
Somos embajadores del mensaje que puede transformar corazones, por eso no nos dejemos vencer por las preocupaciones y las ocupaciones. ¡Permanecer en la tarea que nos fue encomendada nos llevará a provocar verdaderos cambios! (2 Corintios 5:20)
REFLEXIÓN
¿Estamos dándole lugar al mensaje de la palabra de Dios para que impacte nuestros corazones?
Cualquiera sea la situación que atravesamos, la palabra de Dios tiene respuesta para ello.
¿El mensaje de Dios tiene prioridad en nuestras vidas?
Hay presiones en nuestra vida que quieren distraernos de lo verdaderamente importante, ¡no caigamos!
¿Estamos compartiendo la palabra de Dios a aquellos que caminan en busca de respuestas?
Somos embajadores, nos fue asignada la tarea de compartir con otros la esperanza de Salvación que nos fue dada en la Palabra de Dios.