«Por eso, desde el día en que lo supimos, no hemos dejado de orar por ustedes. Pedimos que Dios les haga conocer plenamente su voluntad con toda sabiduría y comprensión espiritual, para que vivan de manera digna del Señor, agradándole en todo. Esto implica dar fruto en toda buena obra, crecer en el conocimiento de Dios y ser fortalecidos en todo sentido con su glorioso poder. Así perseverarán con paciencia en toda situación y con mucha alegría darán gracias al Padre. Él los ha facultado para participar de la herencia de los creyentes en el reino de la luz. Él nos libró del dominio de la oscuridad y nos trasladó al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención y perdón de pecados.» Colosenses 1.9-14 

 

Actualmente a pesar de vivir en un mundo superpoblado, comunicado y conectado, la soledad se ha convertido en uno de los mayores problemas que enfrentamos. Estamos rodeados de personas, pero muchos sufren en silencio el sentimiento de la soledad. La cual se define como la circunstancia de estar solos, sin compañía, en un lugar solitario o poco frecuentado.

PERO LA SOLEDAD NO ES UNA CIRCUNSTANCIA, LA SOLEDAD ES UNA DECISIÓN; LA DECISIÓN DE CAMINAR SOLOS.

Aunque muchas veces nos hemos creído el dicho «es mejor estar solos, que mal acompañados» En realidad, la soledad, es el resultado de nuestras propias decisiones de alejarnos de los demás. Nos aislamos, nos distanciamos, y por consecuencia nos encontramos inmersos en una profunda angustia y dolor, sintiendo que no somos amados o aceptados. Nos lleva a una tristeza tan profunda que puede invadirnos por completo, incluso hasta el punto de desear la muerte.

SIN DARNOS CUENTA DEJAMOS QUE LA SOLEDAD DESTRUYA NUESTRAS VIDAS.

La soledad impacta tanto nuestras vidas que poco a poco va afectando nuestra salud mental generando depresión, ansiedad y baja autoestima, impactando nuestra capacidad de vernos a nosotros mismos de manera positiva. 

Además, afecta nuestra salud física, ya que las emociones tienen un impacto directo en nuestro cuerpo, produciendo enfermedades psicosomáticas que se manifiestan a través de síntomas físicos. 

Y no solo eso, este aislamiento genera miedo a las interacciones sociales, porque tememos ser rechazados o no entendidos. Llevándonos a desconfiar de los demás, retraernos y aislarnos. Y en medio de este aislamiento, buscamos refugio en la tecnología, haciendo que las redes sociales se conviertan en nuestros mejores amigos, aunque seguimos sintiéndonos solos emocionalmente.

En Eclesiastés 4.7-8 se nos presenta a un hombre que vive solo, sin hijos ni hermanos, trabajando sin descanso para acumular riquezas. La Biblia cataloga esta situación como algo «absurdo». Y absurdo se refiere a algo que va en contra de la lógica y la razón.

PORQUE CAMINAR SOLOS NO TIENE EXPLICACIÓN, VA CONTRA TODA LÓGICA Y RAZÓN.

Vivimos en un mundo donde además de cargar con el sentimiento de soledad, enfrentamos otro problema. La exclusión. Muchas personas son rechazadas o dejadas de lado, y la verdad es que nosotros mismos hemos experimentado o incluso causado esta exclusión hacia otras personas.

Esta experiencia nos lleva a creer que en la falsa idea de que es mejor estar solos, fortaleciendo nuestra decisión de alejarnos. Y todos, en algún momento, nos hemos sentido excluidos, ignorados o no valorados, lo que agrava aún más nuestro sentimiento de soledad y nos empuja a aislarnos más.

En Lucas 7.36-50 nos muestra un acto inesperado y valiente de una mujer que, a pesar de su fama de pecadora, se presentó ante Jesús sin pedir permiso, rompiendo con las normas sociales de la época. Al hacerlo, surgieron críticas y juicios, pues su fama de pecadora era conocida.

LO MÁS TRISTE ES QUE NOS HEMOS ACOSTUMBRADO A VIVIR EN UN MUNDO ASÍ.

Un mundo que excluye, deja afuera y rechaza, un mundo que no ofrece oportunidades. Donde el temor al rechazo, a ser juzgados o condenados, nos ha llevado a limitarnos en nuestras acciones. Vivimos con miedo y vergüenza, lo que nos lleva a aislarnos y aceptar la soledad como única opción, manteniendo ese ciclo de aislamiento y exclusión.

PERO DIOS NO EXCLUYE, NO RECHAZA, NO MARCA LA DISTANCIA. 

El amor de Dios no se limita a nuestra fama, a lo que la gente sabe o desconoce de nosotros. Como dice Juan 3.16, Dios nos amó tanto que envió a su Hijo para que todos aquellos que crean en Él tengan vida eterna. 

JESÚS VINO A BUSCAR Y RESCATAR LO QUE ESTABA PERDIDO, A AMAR AQUELLOS QUE NO ERAN AMADOS Y DEMOSTRAR QUE SU AMOR Y ACEPTACIÓN SON INCONDICIONALES.

Y quien no ha vivido malas experiencias, situaciones de rechazo, donde incluso nos dicen que es mejor no hacer amigos para no mostrarnos vulnerables, para que nos respeten, para así incluso protegernos de que nos hagan daño. Un proceder que nos lleva a la soledad. 

PERO DIOS DESDE UN PRINCIPIO DESEA CAMINAR CON VOS.

En la Biblia podemos ver como desde el principio, Dios ha buscado caminar a nuestro lado. Enoc fue llamado amigo de Dios, y a Moisés le habló cara a cara, reconociendo esa misma relación de amistad. Y ser amigo implica una relación de afecto, amor y confianza. 

JESÚS AUN CONOCIENDO NUESTRA CONDICIÓN, VIÉNDONOS EN PROFUNDIDAD NOS LLAMA AMIGOS.

«Ya no los llamo siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su amo; los he llamado amigos, porque todo lo que a mi Padre le oí decir se lo he dado a conocer a ustedes.» Juan 15.15. Jesús, al llamarnos amigos, nos muestra que no quiere una relación distante como la de un amo con su siervo, sino una relación cercana, llena de confianza.

MIENTRAS EL MUNDO, EL HOMBRE E INCLUSO LA RELIGIÓN EXCLUYE. DIOS NOS HACE PARTE.

Muchos no alcanzan a comprender el inmenso privilegio que esto significa ni la magnitud de su amor. Colosenses 1.9-14 nos recuerda que Dios nos ha dado el derecho y la facultad de participar de su herencia. Es un derecho que no hemos ganado ni merecido, pero que nos es dado por pura gracia. Es un regalo que llega a nuestras manos, no por nuestras obras, sino por el amor inmenso de Dios.

Y es por eso que Jesús en Lucas 7.36-50 viendo la situación de este Simón que estaba ahí cuestionando, rechazando y excluyendo a esta mujer por su fama, le invita a responder la siguiente pregunta: Alguien debía mucho, alguien debía poco. A los dos el prestamista les perdona la deuda «¿Cuál de los dos lo amará más?» «Supongo que aquel a quien más le perdonó —contestó Simón»

Y a veces pensamos que hay niveles de pecados, que hay uno sobre otro, pero no estamos entendiendo que no tiene que ver con cantidad, sino con reconocer nuestra condición. Simón no reconocía cuál era la suya, no entendía quien estaba en su mesa, quien estaba delante de sus ojos. 

Y nuestra realidad es así, podemos vivir con Jesús en nuestra casa, tener la biblia abierta en nuestro versículo favorito, o aun tener música cristiana acompañándonos en el día a día, pero aun así no estar entendiendo que Él nos facultó, nos dio el derecho para acercarnos a Él, sin miedo, sin temor, sin vergüenza, como dice en Hebreos 4.16 «Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir la misericordia y encontrar la gracia que nos ayuden oportunamente.»

ANTIGUAMENTE PRESENTARSE ANTE UN REY SIN SER LLAMADO, PODÍA COSTAR LA VIDA. PERO HOY VOS Y YO PODEMOS ACERCARNOS A DIOS SIN IMPORTAR NUESTRA HISTORIA.

Dios ha abierto el trono de la gracia para que podamos acercarnos a Él con total libertad. Antes estábamos bajo el control de una autoridad que dominaba nuestras vidas, atrapados en la oscuridad. Sin embargo, como nos recuerda Colosenses, Dios hizo algo increíble: «nos libró del dominio de la oscuridad y nos trasladó al reino de su amado Hijo».

En Lucas 7.36-50 vemos cómo esta mujer, al enterarse de que Jesús estaba en la casa, no dudó en romper algo que muchos consideraban valioso para ungir sus pies. Para ella, lo más valioso no era el frasco, sino la oportunidad de adorar a Jesús.

Muchos, como en aquel momento, siguen pensando que es un desperdicio, que ese frasco tan valioso no debía haberse roto. Les duele ver algo tan costoso entregado de esa manera, pero si te duele es porque no has experimentado el amor de Dios y tu valor sigue estando en el lugar equivocado. No has comprendido lo mucho que Él te ha amado. «Al que mucho se le perdona, mucho ama.»

EL AMOR NO SON SOLO PALABRAS, EL AMOR SE EXPRESA.

El amor no son palabras, ni mucho menos canciones de moda, y lo que hacemos un domingo, que cantamos a Dios, que algunos piensan que son solo simples canciones, cuando en realidad todo eso se traduce a «adoración» y adoración significa amar mucho. 

Cantamos y levantamos nuestras manos para expresar con nuestro ser nuestra adoración, nuestro amor y admiración hacia Dios. Porque hemos entendido cuánto nos ama y cuánto nos ha perdonado.

LA ADORACIÓN PROVOCA CAMBIOS Y TERMINA CONVIRTIÉNDOSE EN SERVICIO.

Cuando comprendemos la profundidad, la anchura y la altura del amor de Dios, todo lo demás pierde su importancia, pierde valor. La mujer que ungió los pies de Jesús no veía su entrega como una pérdida. 

Muchos, sin embargo, creen que servir, adorar o dar implica perder algo importante. Por eso, necesitamos conocer a Dios y experimentar su amor, que nos invita y nos hace parte. 

Cuando entendemos esto, el servicio a Dios deja de ser una obligación, porque surge de una pasión profunda que nace de conocer su amor.

CUANDO LA ADORACIÓN SURGE DE UN CORAZÓN QUE AMA, LA ADORACIÓN SE CONVIERTE EN SERVICIO A DIOS Y ESE SERVICIO TERMINA SIENDO ADORACIÓN PARA ÉL. 

 

 



¿ESTOY DEJANDO QUE LA SOLEDAD TOME EL CONTROL DE MI VIDA?
La Biblia nos enseña que «dos son mejores que uno», y esto refleja el cuidado de Dios por nosotros. Él nos ha provisto de personas que pueden acompañarnos en los momentos buenos y difíciles. Es necesario dejar atrás el aislamiento y el sentimiento de soledad. Dios desea caminar junto a nosotros y que vivamos una vida en libertad. Al permitir que otros nos acompañen, no solo crecemos, sino que también reflejamos el amor de Dios en nuestras vidas y en las de quienes nos rodean.

¿ESTOY VALORANDO EL AMOR DE DIOS EN MI VIDA?
Podemos acercarnos a Dios con confianza porque Él nos ha hecho parte y nos incluye a pesar de nuestra fama. Cuando reconocemos nuestras debilidades y nuestra condición, encontramos que el amor de Dios es más grande que cualquier sentimiento de vergüenza. Él no se fija en nuestra fama o en lo que otros dicen de nosotros. En cambio, nos invita a experimentar su amor, que nos sana y nos transforma. Dios siempre nos recibe con los brazos abiertos.

¿ESTOY SIRVIENDO A DIOS COMO CONSECUENCIA DE MI ADORACIÓN?
​Si solo adoramos por obligación, tal vez no hemos comprendido bien el amor de Dios. Al conocer a Jesús y lo que hizo por nosotros, nuestro servicio se convierte en un acto de adoración. Cuando entendemos lo que significa ser perdonados, adoramos a Dios de verdad, ya sea con palabras, canciones o acciones convirtiendo cada momento en una oportunidad para servir y adorar.

 

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