«13 Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿Cómo lo recobrará? Ya no sirve para nada, sino para que la gente la deseche y la pisotee. 14 »Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una montaña no puede esconderse. 15 Tampoco se enciende una lámpara para cubrirla con una vasija. Por el contrario, se pone en el candelero para que alumbre a todos los que están en la casa. 16 Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben a su Padre que está en los cielos.» Mateo 5.13-16
Vivimos en un tiempo de conflicto, constantemente escuchamos hablar de grietas, peleas, diferencias que solo generan discusiones. Grietas en la política, grietas en el deporte, grietas en la música; pareciera que hay gente que solo le gusta discutir. El problema es que usualmente con las discusiones no buscamos simplemente expresar una opinión, sino que muchas veces queremos exponer al otro y mostrar cuán equivocado está.
Estas discusiones terminan arruinando relaciones y generando peleas que nos llevan a evitar hablar de determinados temas en reuniones sociales. Es entendible evitar hablar de política o fútbol, pero es lamentable como hemos rebajado el evangelio, la verdad de Dios, al nivel de cualquier otro pensamiento o postura, a un conjunto de costumbres y liturgias, cuando el mensaje de salvación tiene poder para transformar nuestras vidas. (1 Corintios 1.18-24)
Por eso es tan importante cuidar nuestras actitudes y modo de hablar. Si logramos controlar nuestras palabras y sostener un trato amable vamos a poder ver mayores resultados que con una confrontación sin sentido. (2 Timoteo 2.23-26 / Proverbios 15.1;18 / Santiago 3.1)
La discusión no hace mas que alejar a las personas e impedir que conozcan la verdad. Nunca vamos a convencer a nadie si lo único que hacemos es señalar cuán errado está, esto solo va a lastimar al otro y poner distancia.
El evangelio no fue dado con la intención de dañar, avergonzar, o condenar, sino que es un mensaje de buenas noticias, es un mensaje de esperanza. No fuimos enviados a defender una idea o postura personal, sino a anunciar el mensaje de salvación, a anunciar libertad y esperanza. (Lucas 4.18-19 / Juan 12.46) Y este mensaje que transformo nuestras vidas no puede quedar en lo secreto. (2 Corintios 4.3) Necesitamos entender cual es nuestro rol, fuimos enviados a anunciar, somos portadores de esta gran noticia, pero nuestra tarea no es convencer a nadie, esa tarea le pertenece al Espíritu Santo. (Juan 16.5-16) El Espíritu Santo es el único capaz de convencernos de nuestro error, de la necesidad que tenemos de Dios, del poder de lo que Jesús hizo en la cruz para perdonar nuestros pecados y de la esperanza que tenemos a través de Él.
Pero aun hay muchos que, para acercarse a Dios y creer en él, primero necesitan escuchar el mensaje, necesitan que les sea anunciado. Y aunque nuestro rol no es discutir ni convencer, tampoco podemos ser pasivos. Tenemos un mensaje que es poderoso y tiene que darse a conocer, necesitamos que el amor hacia las personas sea evidente en nuestras acciones y actitudes.
En muchas ocasiones no solo hemos entrado en discusiones innecesarias sino que además, nuestras actitudes han escondido el evangelio debajo de una mesa, han opacado la luz del mensaje. Una vida que sobresale, habla de alguien que es intencional en buscar la oportunidad de reflejar a Jesús, de anunciar el evangelio. No espera que la situación lo fuerce a hablar de Jesús, sino que genera la oportunidad de expresar el amor de Dios involucrándose con otros.
No estamos para perder el tiempo, el mensaje que tenemos en nuestras manos es el que va a transformar la vida de quienes lo reciban, es el mensaje de Jesús. No alcanza simplemente con escuchar lo que otros cuentan acerca de Dios, hoy podemos acercarnos con un corazón abierto para experimentarlo personalmente. No fuimos llamados a mostrar cuan diferentes somos al resto, esto no nos hace mas cristianos. FUIMOS LLAMADOS A AMAR A LAS PERSONAS COMO JESÚS LO HACE Y A ANUNCIARLES EL MENSAJE DE SALVACIÓN. “Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios; si poseo todo conocimiento, si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada.” 1 Corintios 3.2
¿ESTOY COMPARTIENDO EL EVANGELIO DESDE LA DISCUSIÓN Y LA CONFRONTACIÓN? Las discusiones solo buscan exponer errores y diferencias, pero fuimos llamados a anunciar la buena noticia de que en Jesús tenemos salvación.
¿ESTOY INTENTANDO POR MIS FUERZAS CONVENCER A OTROS DE CREER EN JESÚS? El único capaz de convencer y transformar a las personas es el Espíritu santo, pero necesitan escuchar el mensaje para creer en Dios y experimentar su poder. ¡Compartir a Jesús es nuestra tarea!
¿ESTOY HACIENDO EVIDENTE EL AMOR DE DIOS A TRAVÉS DE MIS ACCIONES? La mejor manera de hacer brillar la luz de Jesús es a través de acciones y actitudes que demuestren cuanto Dios ama a la humanidad. ¡Amar a las personas es nuestro llamado!