« “Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, «el que ha de venir vendrá y no tardará. Pero el justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado. Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida.”» Hebreos 10:36-39 NVI
Con el inicio del año escolar, se notó lo complicado que es para los niños volver después de haber estado casi dos meses de vacaciones.
Pero a nosotros los adultos también nos pasa, también nos cuesta retomar una actividad luego de habernos relajado y dejar de hacerla constantemente, eso nos hizo perder el «terreno» que habíamos ganado. Generalmente las cosas que roban nuestra atención y nos desvían de lo que estábamos haciendo o lo que teníamos que hacer, son las distracciones.
Cuando recién comenzamos a aprender algo nuevo, ponemos toda nuestra atención, disposición, voluntad y le dedicamos el tiempo necesario. Pero si no hay constancia comienza a pasar el tiempo y nos comenzamos a relajar y otras cosas comienzan a distraernos.
EN NUESTRA RELACIÓN CON DIOS PASA ALGO PARECIDO.
Jesús nos muestra esta realidad a través de la Parábola del Sembrador en Mateo 13:1-23. Donde comienza a contar que un sembrador iba esparciendo semillas que caían en varios lugares: unas junto al camino, otras donde había piedras, algunas donde había espinos y otras cayeron en buena tierra.
Luego, Jesús le explica a sus discípulos lo que significa esta parábola en Mateo 13:19-23:
«Cuando alguien oye la palabra acerca del reino y no la entiende, viene el maligno y arrebata lo que se sembró en su corazón. Esta es la semilla sembrada junto al camino. El que recibió la semilla que cayó en el suelo lleno de piedras es el que oye la palabra y de inmediato la recibe con alegría. Pero como no tiene raíz, dura poco tiempo. Cuando surgen problemas o persecución a causa de la palabra, enseguida se aparta de ella. El que recibió la semilla que cayó entre espinos es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de esta vida y el engaño de las riquezas la ahogan. Por eso, la semilla no llega a dar fruto. Pero el que recibió la semilla que cayó en buen terreno es el que oye la palabra y la entiende. Este sí produce una cosecha hasta cien, sesenta y treinta veces más».
Es que cuando recién comenzamos a conocer a Dios porque viene alguien y nos cuenta de su gran amor, de la entrega de su hijo Jesús en la cruz, su muerte y resurrección para darnos salvación y vida eterna. Conocemos que nos vino a rescatar de una vida absurda y el precio de tal sacrificio fue su sangre. Al creer y aceptar esta realidad, tomamos la decisión de que nuestra vida se guíe por el consejo de Dios y nuestra vida comienza a cambiar.
PERO PASA EL TIEMPO Y NOS VAMOS RELAJANDO, NOS VAMOS DISTRAYENDO.
El problema no está en cuanto tiempo pasó desde que aceptamos a Dios, sino en que nos relajemos y creamos que por llevar «meses o años» de ser seguidores de Jesús ya no hay nada más que hacer.
Y POR CONSECUENCIA DE NUESTRA DISTRACCIÓN RETROCEDEMOS A LA FORMA DE SER QUE TENÍAMOS ANTES DE CONOCER A DIOS.
Volvemos a nuestra antigua forma de pensar, de ver a los demás, de decidir, de recibir consejos y vivir amoldándonos a los malos deseos que teníamos antes conocer a Dios (1 Pedro 1:13-15).
Es como la planta que creció, pero se marchita al no tener raíces profundas, los problemas y situaciones de la vida la ahogan hasta matarla (Mateo 13:5-6).
El peligro al estar distraídos es que nos volvemos vulnerables frente a los problemas, convirtiéndonos en un blanco frente al enemigo, que anda como león rugiente buscando a quien devorar (1 Pedro 5:8-10).
Es por esta realidad que el constante consejo de la Biblia es de perseverar y no descuidarnos. Esto implica una práctica diaria, invertir tiempo, esfuerzo y vida entendiendo la importancia que esto significa.
No tendremos resultados si no invertimos tiempo y práctica. Una práctica diaria nos permitirá resistir firmes en la fe y confiados en que Dios nos restaurará haciéndonos fuertes, firmes y estables (1 Pedro 5:8-10).
HAY UNA PARTE QUE NOS TOCA A NOSOTROS Y ES PERSEVERAR DÍA A DÍA.
Una práctica diaria es volver a poner atención y dedicar el tiempo necesario a aquellas áreas en las que nos hace falta conocer más a Dios.
Como iglesia somos intencionales en recordar la importancia de la palabra, oración y comunión. Porque sabemos que son parte fundamental para nuestra vida, pero es lo primero que descuidamos cuando nos distraemos.
Profundizar en la palabra se trata de leerla, de pensar en ella, ponerla en práctica permitiendo que nos desafíe, que nos movilice, que nos inspire, que nos corrija y nos anime. Entendiendo que todo lo que está escrito fue para nuestra enseñanza, para alentarnos a perseverar en nuestra esperanza (Romanos 15:4). Y no quedarnos solo con conocerla, sino que ponerla en práctica y perseverar en ella para no olvidarla (Santiago 1:22-25).
La oración es otra área que descuidamos al estar distraídos, cuando tendría que ser nuestra primera opción. Cuando le perdemos el valor comenzamos a hacerlo por repetición. Pero al entender su importancia, lo comenzamos hacer de forma constante porque sabemos que Dios nos escucha y responde (1 Juan 5:14-15) y Él es el más interesado en tener una comunicación y una relación con nosotros. Practicar la oración nos ayudará a conocerlo más y entender cuál es su voluntad y fortalecer cada área de nuestra vida.
Comunión habla de ya no vivir una vida como «llanero solitario», siendo superficiales en nuestras relaciones diciendo «hasta acá podés meterte». Comunión se trata de entender que los cambios reales se dan en medio de relaciones reales y los Grupos de Conexión son una buena oportunidad para formar amistades reales, porque nos rodeamos de personas que oran por nosotros, nos aconsejan y buscan involucrarse en nuestra vida. Compartimos y crecemos juntos, viendo a Dios actuar en nuestras vidas.
Como Dios nos conoce y sabe que tendemos a ser inconstantes en lo que emprendemos, nos dejó al Espíritu Santo, quien nos enseña y recuerda lo que hemos aprendido (Juan 14:26). Nos convence de pecado y nos ayuda a perseverar para así tener resultados y no volver a como éramos antes (Juan 16:8).
La práctica diaria de la lectura de la palabra, la oración y la comunión, con la ayuda del Espíritu Santo, nos llevará a crecer para ver resultados en nuestras vidas y permanecer en ellos.
NOSOTROS NO SOMOS DE LOS QUE VUELVEN ATRÁS SINO DE LOS QUE TIENEN FE, ¡NO TE RINDAS!
Perseverar y seguir en lo que Dios dice nos va a llevar a tener resultados, como dice Lucas 8:15 «Pero la parte que cayó en buen terreno son los que oyen la palabra con corazón noble y bueno, la retienen y, como perseveran, producen una buena cosecha.»
¡Vamos a ver la respuesta de Dios en nuestras vidas al perseverar! Aunque ahora no veamos nada, ya vendrán los resultados. Aunque ahora nos esté costando, no nos rindamos porque NO SOMOS DE LOS QUE RETROCEDEN, sino que avanzamos creyendo y confiando en la promesa de Dios. Seguimos con todas nuestras fuerzas y fe hacia adelante.
Cada decisión que tomamos hoy es una semilla, que dará el resultado mañana. Perseverar y sacar nuestra atención de los que nos distrae hará que cada día vayamos avanzando más y más, confiando que Dios nos irá perfeccionando hasta el día que Jesús venga (Filipenses 1:6). Es por eso que ponemos en acción lo que hemos creído, y no volvemos atrás.
¿ESTOY MANTENIÉNDOME FIRME EN LO QUE DIOS DICE DE MÍ?
Cuando recién conocemos y aceptamos a Dios, al creer lo que dice y seguir su consejo, nuestra vida comienza a tener cambios. Pero con el paso del tiempo nos vamos relajando, nos vamos distrayendo. Nuestra atención y dedicación ya no es la misma que en un principio. Pero nosotros no somos de los que vuelven atrás, sino de los que permanecen firmes en lo Dios dice y en sus promesas. Entendiendo que la obra que Dios comenzó cuando lo aceptamos, la irá perfeccionando cada día.
¿DÓNDE TENGO PUESTA MI ATENCIÓN?
Muchas veces, ponemos nuestra atención en cosas diferentes a las que realmente necesitamos enfocarnos, lo provoca que dejemos de lado lo que realmente nos ayuda a crecer día a día. La práctica diaria de la lectura de la palabra, la oración y la comunión, con la ayuda del Espíritu Santo, nos va a llevar a crecer y ver resultados en nuestras vidas, y permanecer en ellos. Al conocer más a Dios, nuestra fe va a crecer, lo que hará que ante cualquier dificultad no volvamos a reaccionar y pensar cómo lo hacíamos antes.
¿LAS SITUACIONES DE LA VIDA ESTÁN HACIÉNDOME RETROCEDER?
Dios nos conoce mejor que nosotros mismos y busca permanentemente acompañarnos y guiarnos en nuestro día a día. Sabiendo que vamos a vivir situaciones buenas y no tanto, Él nos anima constantemente y nos recomienda permanecer en lo que Él dice en su palabra y sus promesas para nuestras vidas. Veremos los resultados solo si no bajamos los brazos, si no abandonamos ni nos rendimos.