«Jesús se acercó entonces a ellos y dijo: —Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.» Mateo 28.18-20

 

Último domingo de la serie «Nuestra Causa», y es emocionante ver como Dios nos ha impulsado a crecer y de cómo acercar a otros hacia Él. Pero esto no puede quedarse solo en nosotros; nuestra responsabilidad es que más personas puedan conocer el amor transformador de Jesús.

Jesús, con toda autoridad sobre la muerte, el pecado y la humillación, dejó en claro cuál es nuestra causa como lo dice en Mateo 28.18-20, vayan y hagan discípulos. Y es importante recordar que no nos envió sin respaldo, sino con el poder de un Dios vivo que nos habilita a cumplir con su causa, que ahora es nuestra causa.

Y que bueno es saber que Jesús no vino a ejercer autoridad para condenarnos, sino para traernos libertad, como dice Juan 3:17: «Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él»

Este mensaje de salvación y libertad no es solo para nosotros; es para compartirlo con aquellos que aún no pueden experimentar esa libertad. Jesús nos invita y nos da la responsabilidad de compartirlo, no como una opción, sino como un mandato claro. 

NO PODEMOS CAER EN EL ERROR DE CREER QUE EL «VAYAN Y HAGAN» ES UNA SUGERENCIA.

Entender el precio que Jesús pagó en la cruz transforma nuestra causa en un privilegio. Cuando compartimos el evangelio, somos parte de su voluntad y de su obra en el mundo.

Pablo lo expresa claramente en 2 Timoteo 4:2: «Predica la Palabra; persiste en hacerlo, sea o no sea oportuno; corrige, reprende y anima con mucha paciencia, sin dejar de enseñar».

Este llamado nos recuerda que es importante aprovechar cada momento para hablar de Dios y de lo que Él ha hecho en nuestras vidas y que no depende de nuestras emociones o estados de ánimo, porque es el Espíritu Santo quien se encarga de convencer a las personas.

«Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.» Juan 16.7-8 RVR1960

Este versículo es claro, es el Espíritu Santo quien convence de pecado y arrepentimiento y nosotros solo necesitamos obedecer y confiar, no estamos para convencer a las personas, ni mucho menos cambiarla, nuestra tarea es compartir de su amor.

NUESTRA CAUSA ES SER FACILITADORES DEL MENSAJE DE JESÚS.

El mensaje que compartimos no se trata de nuestras palabras, sino de lo que Dios quiere hacer. Pero nos volvemos egoístas pensando que no sabemos que decir o pensamos que no es el momento adecuado, pero recordemos que es Dios quien transforma corazones y hoy más que nunca, en un mundo lleno de malas noticias, nosotros tenemos una buena noticia.

LA BUENA NOTICIA ES QUE JESÚS AMA, TRANSFORMA Y DA VIDA.

Hay personas a nuestro alrededor que necesitan escuchar esto, personas que saben que hay un Dios, pero no conocen a Jesús. Buscan millones de alternativas para encontrar una respuesta para satisfacer su alma y para llenar un vacío que solo Jesús puede cambiar. Y así nos encontramos con muchas personas que están desesperanzadas, cansadas, tratando de encontrar esperanza. Y es nuestra responsabilidad hablarles de este mensaje transformador.

Pero muchas veces complicamos el mensaje de salvación queriendo impresionar o buscando palabras rebuscadas. Pero Jesús nos mostró que la sencillez es clave para alcanzar a las personas. Él usaba historias cotidianas para transmitir verdades profundas, y nos enseñó a hablar desde nuestra experiencia. En Mateo 28:20, Jesús nos dice: «Enseñen lo que aprendieron ustedes de mí»

Así como los discípulos, al estar cerca de Jesús, pudieron ver cómo obraba, cómo hablaba y cómo compartía el mensaje con otros, nosotros también necesitamos conocerlo profundamente. ¿Cómo podríamos hablar de alguien que no conocemos? Solo cuando caminamos con Él, aprendemos de su ejemplo y experimentamos su amor, podemos compartir con autenticidad quién es Jesús.

Y lo que debe motivarnos es la profunda necesidad que existe a nuestro al rededor, sabemos que la respuesta a esa necesidad es Jesús y nuestro al rededor debe saber que Dios se interesa por sus vidas, que los ama profundamente y que no los condena.

EN UN MUNDO TAN COMUNICADO AÚN HAY PERSONAS QUE NO CONOCEN DE ESTE AMOR.

Pero cuando tenemos una relación profunda con Dios, no solo somos transformados, sino que somos equipados para acompañar a otros en su crecimiento espiritual y podemos dar a conocer no solo con nuestras palabras sino con nuestras acciones acerca de Jesús.

Pablo le dijo a Timoteo en 2 Timoteo 2:2: «Lo que me has oído decir en presencia de muchos testigos, encomiéndalo a creyentes dignos de confianza, que a su vez estén capacitados para enseñar a otros».

LO QUE APRENDIMOS Y LO QUE EXPERIMENTAMOS HOY ES PARA COMPARTIR CON OTROS.

En VIVILO contamos con el Siguiente Paso, una serie de charlas diseñadas para ayudarnos a descubrir nuestro propósito y vivir la vida que Dios creó para nosotros. Estas charlas nos guían a seguir a Jesús, conectar con la iglesia, descubrir nuestro propósito y servir a los demás.

Además de los Grupos de Conexión son una herramienta clave para cumplir con nuestra causa, son espacios donde podemos compartir lo que Dios está haciendo en nuestras vidas, crecer juntos y fortalecer nuestra fe. También son un desafío constante a salir de nuestra comodidad y llevar este mensaje a nuestro alrededor.

Todas las actividades que ofrece vivilo tienen un propósito, que podamos comprender cuál es nuestra causa. Que es que otras personas puedan conocer a Dios.

Y es por eso que nuestra misión no se limita a que las personas puedan tener un encuentro, o acercarse a Dios. Si no también acompañarlo en su crecimiento. Dios no dijo vayan y háblenles y sigan con su vida, al contrario dijo: vayan, hagan discípulos y enséñenles, acompáñenlos en su camino, en su crecimiento.

LO QUE DIOS HIZO EN NUESTRA VIDA NO TERMINA EN NOSOTROS, SE COMPARTE Y SE EXTIENDE.

Está en nosotros la decisión de compartir el mensaje de Jesús hasta lo último de la tierra. Pero depende de nosotros que esto suceda, que nuestro corazón arda con el deseo de llevar su amor y esperanza a quienes nos rodean.

PORQUE EL AMOR SIEMPRE ENCUENTRA LA MANERA DE INVOLUCRARSE, PERO LA INDIFERENCIA BUSCA LA EXCUSA.

Y es por eso que nuestro compromiso debe ser genuino; de no quedarnos con lo que Dios hizo en nuestra vida, sino para compartirlo con otros y que otros se vean transformados por su amor. Y este compromiso con nuestra causa va mas allá de nuestras limitaciones y nuestros errores. Porque nuestras limitaciones podrían volverse una excusa perfecta para no hacer nada al respecto. Y cualquier excusa se vuelve buena con tal de no comprometernos.

Como VIVILO siempre somos enfáticos en decir que amamos a Dios y amamos a las personas, pero esta no es solo una frase, sino que hemos entendido lo que dice en 1 Juan 4:19-21 Amamos porque Dios nos amó primero, y si realmente lo amamos, también amamos a los demás.

No hay excusas. Si hoy conocemos a Dios, es porque alguien se animó a hablarnos de Él, porque alguien tomó este mandato en serio. Y la mejor manera de amar a las personas es compartirles que hay un Dios que las ama y que tiene un propósito para sus vidas.

Un ejemplo de esta urgencia lo encontramos en 2 Reyes 7. En medio de una crisis, un grupo de leprosos descubrió que sus enemigos habían abandonado el campamento y que había abundancia de recursos. En lugar de quedarse con todo, dijeron: «Esto no está bien. Hoy es un día de buenas noticias, y no las estamos dando a conocer». Este relato nos enseña que guardar las buenas noticias para nosotros mismos no es correcto; estamos llamados a compartirlas. Ellos podrían haber actuado diferente, podrían haberse quedado y disfrutado de esto solos, sin preocuparse de los demás, pero recapacitaron y tomaron acción para que todo el pueblo supiera la buena noticia.

En nuestras manos tenemos un mensaje poderoso, un mensaje de esperanza que no podemos callar. Hay personas buscando respuestas en lugares equivocados, y nosotros tenemos lo que realmente necesitan: a Jesús.

Hoy es el día de responder a la causa de Jesús y hacerla nuestra. Él ya hizo todo por nosotros; ahora nos toca avanzar con la autoridad que nos dio.

No hay excusas. No esperemos más. Compartamos el mensaje, para que otros puedan no solo conocer a Dios, sino también crecer en la vida abundante que Él tiene preparada para ellos.

Seamos facilitadores de este encuentro, no barreras. Un compromiso no solo de compartir con las personas, sino de acompañarlas hasta alcanzar lo que Dios tiene para sus vidas. 

 

 



¿SOY INTENCIONAL EN COMPARTIR A JESÚS EN TODO MOMENTO?
Soy intencional cuando comprendo que predicar no se limita a una plataforma visible o a un micrófono. Nuestra verdadera plataforma está en nuestra vida diaria: nuestra casa, trabajo, en la facultad y en cada espacio donde me relaciono con otros. Ser intencional significa aprovechar cada oportunidad para compartir el mensaje, no solo con palabras, sino también con mis acciones y actitudes. Al reconocer que las personas a mi alrededor buscan esperanza y respuestas, mi compromiso es hacerles conocer que Jesús es esa respuesta.

¿ESTOY SIENDO UN FACILITADOR DEL MENSAJE DE JESÚS?
Soy un facilitador del mensaje cuando reconozco que nuestra causa no es opcional, sino un mandato claro de Jesús: "Vayan y hagan discípulos". Facilitar implica compartir lo que Dios ha hecho en mi vida de manera sencilla y auténtica, confiando en que el Espíritu Santo se encarga de convencer a las personas. No se trata de impresionar con palabras rebuscadas, sino predicar el mensaje de Jesús, su amor transformador dispuesto para todos. No somos responsables de cambiar a otros. Nuestra tarea es facilitar que otras personas puedan acercarse a Dios.

¿ESTOY ACOMPAÑANDO A OTROS EN SU CRECIMIENTO?
Cuando acompaño a otros asumo el llamado de Jesús a no solo a hablarles del evangelio, sino a caminar junto a ellos en su proceso de fe. Este acompañamiento implica enseñar, animar y estar presente en sus momentos de duda, ayudándolos a crecer y descubrir su propósito en Dios. No se trata de cumplir una tarea rápida, sino de invertir en las personas, reconociendo que Dios nos llama a formar discípulos y no solo conversos. Cuando comparto lo que se me ha enseñado, cuando guío a otros y cuando estoy disponible para los otros, estoy cumpliendo con mi responsabilidad de acompañar y edificar a otros en el amor de Jesús.

 

 

¿Te perdiste de algún mensaje? Hacé click para ver todos los mensajes de VIVILO iglesia.