«Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios para que él los exalte a su debido tiempo.» 1 Pedro 5.6-11

Hay momentos en la vida que decimos cosas que no queremos decir o hemos hecho cosas que no queremos hacer, como cuando estamos enojados, tenemos hambre o tenemos sueño. A quien no le ha pasado que nos ponemos cabeza dura, no reaccionamos y hacemos sin pensar. 

Son situaciones en que reconocemos que nos equivocamos, pero que pasa cuando ¿No lo hacemos? Cuando nuestra actitud se vuelve indiferente a quienes me rodean, cuando comienzo a tener siempre la razón al punto de que me estoy equivocando y no logro ni quiero cambiar de actitud. 

Hay una parábola en la Biblia que nos muestra claramente dos actitudes que necesitamos reconocer si están en nosotros. 

En Lucas 18.9-14 vemos la parábola del fariseo y el recaudador de impuestos, que describe a estos dos hombres que subieron al templo a orar; el fariseo puesto en pie y a solas oraba “Oh Dios, te doy gracias porque no soy como otros hombres —ladrones, malhechores, adúlteros— ni como ese recaudador de impuestos. Ayuno dos veces a la semana y doy la décima parte de todo lo que recibo”. A diferencia del recaudador de impuestos que a la distancia golpeaba su pecho y decía “¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!” y Jesús termina diciendo en el versículo "Les digo que este y no aquel volvió a su casa justificado ante Dios. Pues todo el que a sí mismo se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido".

La primera actitud que identificamos es la soberbia.

Estamos en nuestro mes de PRIMERO ORÁ que son 21 días de oración y ayuno, y esta parábola si bien tiene que ver con una actitud en medio de la acción de la oración, hay actitudes y situaciones que tienen que ver con lo que está en lo más profundo de nuestro corazón. Al leer la parábola quizás pensamos "que arrogante el fariseo", "no es algo que yo haría", pero la soberbia es algo que nos cuesta detectar.

A todos nos cuesta mirar hacia adentro para detectar lo negativo en nosotros, ya que asociamos el hablar de alguien soberbio es hablar de alguien malo. La manera de orar de este fariseo nos habla mucho de lo que hay en su corazón. 

NECESITAMOS DARNOS CUENTA QUE HAY EN NUESTRO CORAZÓN.

Una de la las definiciones de soberbia menciona que es la "es una actitud de orgullo desmedido y arrogancia que lleva a una persona a sentirse superior a los demás, menospreciándolos o subestimándolos. Suele asociarse con la falta de humildad y la incapacidad de reconocer las propias limitaciones o errores. La soberbia puede manifestarse en el comportamiento, en las palabras o incluso en la forma de pensar y relacionarse con los demás."

Puedo identificar mi soberbia cuando:

  • Cuando no tengo la capacidad de pedir ayuda (situaciones sutiles).
  • Cuando tengo dificultad para aceptar las críticas (me molesta que alguien me corrija).
  • Cuando creo que siempre tengo la razón.
  • Cuando menosprecio las opiniones de otros.
  • Cuando no soy capaz de pedir perdón, ni perdonar y nos cuesta entender el perdón de Dios sobre nuestra vida.

Para esto es clave lo que dice el salmista "Dios mío, mira en el fondo de mi corazón, y pon a prueba mis pensamientos. Dime si mi conducta no te agrada, y enséñame a vivir como quieres que yo viva" (Salmos 139.23-24 TLA).

DETRÁS DE LA SOBERBIA SE ESCONDE LA AUTOSUFICIENCIA.

El problema de esta sociedad es el pensar que no necesitamos a nadie y nos cuesta pedir ayuda. Es por eso que como iglesia tenemos frases que repetimos hasta el cansancio (NO ESTÁS SOLO, JUNTOS SOMOS MEJORES, MÁS JUNTOS QUE NUNCA...) y somos una iglesia formada por Grupos de Conexión, ya que las relaciones intencionales son muy necesarias, nos ayudan a crecer y avanzar juntos.

La segunda actitud que identificamos es humildad. 

Una de las definiciones de humildad dice que "La humildad no implica pensar menos de uno mismo, sino pensar menos en uno mismo", lo que permite actuar con empatía, generosidad y apertura hacia los demás. Esta actitud facilita las relaciones interpersonales saludables, el aprendizaje constante y el crecimiento personal."

Por mucho tiempo pensamos que la humildad tiene que ver con ser menospreciados y la asociamos con debilidad, sumisión, con que nos pasen a llevar o dejarnos pisotear casi como alguien que está en lo último de la pirámide social. Pero la humildad tiene que ver más con una actitud frente a la vida y como me enfrento a las diferentes situaciones cotidianas, ya que la verdadera humildad no niega los talentos o logros personales, sino que los reconoce sin arrogancia, manteniendo una actitud de respeto y gratitud hacia los demás y hacia la vida.

Que complicado es estar en un ambiente de competitividad, donde el pez más grande se come al pequeño, pero la actitud del recaudador de impuestos fue decir "Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!". Es que reconocer lo que somos nos ayuda a tener los pies en la tierra, pedir ayuda y hablar a tiempo. 

EL MOSTRARNOS VULNERABLES NUNCA FUE MOSTRAR DEBILIDAD, SINO RECONOCER QUE NO PODEMOS SOLOS.

Santiago 5:13-16 nos anima a que si estamos pasando por dificultades o alegrías a que no las vivamos solos, sino que juntos orar y acompañarnos, esto es una muestra de humildad al no tener un concepto más alto del que se debe tener (Romanos 12:3.) ¿Hasta cuando vamos a seguir llevando nuestras cargas solos? Sabiendo que tenemos la posibilidad de ser acompañados, entendiendo que Dios anima a avanzar y crecer.

Cuando nos humillamos a Dios, como lo hizo el recaudador de impuestos, lo que hacemos es una entrega total. Es ahí cuando comenzamos a entender la voluntad de Dios, no se trata de anularnos, sino de reconocer lo que soy y ver con claridad a Dios, que me ama y quiere lo mejor para nosotros, siendo la humillación a Dios lo mejor para nuestra vida y es ahí cuando vamos a comenzar a ver resultados (Proverbios 22.4).

Siempre es un beneficio el humillarnos bajo la poderosa mano de Dios y Él nos exaltará a su debido tiempo (1 Pedro 5.6) ese es el consejo en este pasaje. Se trata de reconocer que soy limitado y a su vez reconocer quien soy en Dios, dejando de lado nuestra autosuficiencia, arrogancia y pedir su ayuda diariamente para detectar esas pequeñas cosas que tenemos naturalizadas.

ESTO SE TRATA DE UNA ENTREGA TOTAL, UN CORAZÓN QUEBRANTADO Y HUMILLADO.

¿Qué es lo que me limita? Ahora que podemos ver el contraste entre soberbia y humildad, es necesario dejar la COMPARACIÓN, hacer a un lado las APARIENCIAS, BAJAR ESA MURALLA que por MALAS EXPERIENCIAS hemos levantado, abrirnos nuevamente a AMISTADES y RELACIONES INTENCIONALES, volver a ser AMABLES y DEMOSTRATIVOS, PEDIR PERDÓN y PERDONAR.

Humillarnos bajo la poderosa mano de Dios significa una entrega total a un Dios de amor, al Príncipe de Paz, al que me dice "Yo estaré contigo", a Jesús quien no le importó mi pasado, ni nada de lo que pude haber hecho y aun así me perdonó.

Esta parábola termina diciendo "Les digo que este y no aquel volvió a su casa justificado ante Dios. Pues todo el que a sí mismo se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido" (Lucas 18.14). La humildad es el camino para ser justificados, es cuando reconocemos que Dios es todo lo que necesitamos en nuestra vida. 

Hoy podemos decidir entregar por completo a Dios lo que nos cuesta, ese egoísmo que no logro ver, esa falta de humildad, esa falta de compromiso con los que nos rodean, pero lo primero es reconocer y decirle a Dios que lo necesitamos, entregar nuestra vida por completo, querer conocerlo más, humillarnos bajo su poderosa mano. Dios quiere mostrarnos la forma de avanzar para no frenarnos con cosas que el mismo puede suplir porque en Él tenemos todo lo que estamos necesitando.

 

 



¿ESTOY IDENTIFICANDO SI TENGO UNA ACTITUD DE SOBERBIA?
Necesitamos darnos cuenta de que es lo que hay en nuestro corazón. Detrás de la soberbia se esconde la autosuficiencia por eso es necesario identificar si no estoy teniendo la capacidad de pedir ayuda, aceptar las críticas o si estoy creyendo que siempre tengo la razón, si menosprecio las opiniones de otros o no estoy siendo capaz de pedir perdón ni perdonar. Necesitamos a Dios y su guía para saber lo que hay hasta en lo más profundo de nosotros y ya no vivir solos porque las relaciones intencionales son muy necesarias, nos ayudan a crecer y avanzar juntos.

¿HAY EN MÍ UNA ACTITUD DE HUMILDAD?
Al entender que la humildad no es pensar menos de uno mismo, sino pensar menos en uno mismo, nos permite actuar con empatía, generosidad y apertura hacia los demás. Una actitud de humildad me hace reconocer que soy limitado y a su vez reconocer quien soy en Dios, dejando de lado la autosuficiencia, arrogancia, y así pedir su ayuda diariamente para detectar esas pequeñas cosas que tenemos naturalizadas. Reconocer lo que somos nos ayuda a pedir ayuda y hablar a tiempo, entendiendo que no podemos solos, abriéndonos a la posibilidad de ser acompañados, orar juntos y así no llevar mis cargas solo. 

¿ESTOY TENIENDO UNA ENTREGA TOTAL?
Humillarnos bajo la poderosa mano de Dios significa una entrega total a un Dios de amor, al príncipe de paz, al que me dice "Yo estaré contigo", a Jesús quien no le importó mi pasado, ni nada de lo que pude haber hecho y aun así me perdonó. Entregar por completo a Dios lo que nos cuesta, ese egoísmo que no logro ver, esa falta de humildad, esa falta de compromiso con los que nos rodean. Decirle a Dios que lo necesitamos, entregar nuestra vida por completo, querer conocerlo más y humillarnos bajo su poderosa mano. Dios quiere mostrarnos la forma de avanzar para no frenarnos con cosas que el mismo puede suplir, ya que en Él tenemos todo lo que estamos necesitando.