«Todos ellos vivieron por la fe y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las miraron y les dieron la bienvenida desde la distancia. También confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido la oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios y les preparó una ciudad.».» Hebreos 11:13-16 NVI
A lo largo de la historia de la humanidad hemos escuchado sobre cientos de personas que han renunciado voluntariamente a su vida por una causa, personas que para muchos hoy son llamados héroes prefirieron la muerte en vez de rendirse. Personas que son capaces de dejarlo todo por algo que es más grande que ellos mismos.
Se conoce como causa al fundamento, origen y principio de algo. Por lo regular cada acción del ser humano requiere de una influencia que lo impulsa a actuar.
Todos necesitamos de una causa que sea más grande que nuestra vida pues si no la tenemos, entonces la vida carece de sentido. El detalle de todo esto es que muchas veces nos defraudamos y nos damos cuenta de que a lo que le llamábamos razón, motivo, fundamento no era lo que esperábamos. Y nos frustramos, y empezamos a practicar el egoísmo, ya que solo voy a cuidar lo mío y solo lo que yo decido y cuando quieres accionar te das cuenta de que la única razón de vida que tienes es la de sobrevivencia y llegas a la conclusión que tu supuesta causa no es lo suficientemente fuerte por lo tanto el efecto no impacta a nadie o puede ser que nada de esto te sucede y que has podido superar cualquier obstáculo en tu vida, pero aún hay más para ti. Más de lo que hayas alcanzado hasta aquí.
Si tuvieras que responder cuál es tu causa, ¿la sabrías? La humanidad urge de una causa mayor una que no sea egoísta, una que no se venda por nada en el mundo Y es por lo cual Jesús vino a este mundo para darnos una causa eterna.
«Al ver esto, Pedro se arrodilló delante de Jesús y le dijo:¡Señor, apártate de mí, porque soy un pecador! Santiago y Juan, que eran hijos de Zebedeo, Pedro y todos los demás, estaban muy asombrados por la pesca tan abundante. Pero Jesús le dijo a Pedro:—No tengas miedo. De hoy en adelante, en lugar de pescar peces, voy a enseñarte a ganar seguidores para mí. Los pescadores llevaron las barcas a la orilla, dejaron todo lo que llevaban, y se fueron con Jesús.» Lucas 5:8-11
Pedro estaba sorprendido, pero no solo por el milagro de la pesca que Jesús había hecho sino que Pedro pudo reconocer que Jesús era el mesías que tanto esperaban. Antes de esto tanto Pedro, Juan, Santiago y todos los demás que estaban ahí llevaban años luchando por una causa equivocada. Se encontraban sin fuerzas, frustrados y lo peor: sin rumbo. Pero pudo reconocer que la causa de Jesús es mucho más importante que cualquier otra causa.
Dios no dudó al entregar a su hijo por nosotros, Jesús no dudó en entregarse voluntariamente por nosotros por una causa mayor, nuestra salvación, esta causa no tiene comparación, no la puedes comprar, no te la van a contar en los libros de historia, trasciende lo natural, es más fuerte que la misma muerte, es más grande que nuestra propia vida y no es egoísta la puedes compartir con otros hoy.
Cada causa tiene un efecto, es el resultado final. En Hebreos 11 habla de personas que lucharon, vivieron y disfrutaron de esta causa, eran personas muy parecidas a nosotros. Todas estas personas decidieron caminar de la mano de Dios y vieron más allá: más allá de sus fuerzas, más allá de sus habilidades, más allá de su compromiso. Vieron la salvación y Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios y les preparó una ciudad. Ellos tuvieron una causa mayor que ellos mismos.
Hoy Jesús te hace una invitación a su causa por una causa mayor, una inquebrantable causa eterna.
¿CUÁL ES TU CAUSA? La causa es mucho más que nuestra razón de vivir. Sea cual sea tu causa, necesitamos de una mayor. Una que no sea egoísta y hoy Jesús nos ofrece una causa más grande que nuestra propia vida. De hecho, Jesús mismo se entregó para darnos salvación, esta es la causa.
¿CÓMO PUEDO COMPARTIR ESTA CAUSA? Cuando aceptamos que en Jesús está nuestra salvación y nos dejamos moldear por él vamos a llenarnos de pasión y entrega como él lo está por las personas y por efecto compartiremos de esta gran noticias en todas partes, aunque sea empezando con decir «Jesús te ama».
¿ESTÁS DISPUESTO A DEJAR DE A LADO TUS PROPIOS IDEALES, CREENCIA POR UNA CAUSA ETERNA? Jesús nos promete algo: que él va a estar con nosotros siempre hasta el fin de los tiempos. Cuando le das la bienvenida a esta gran oportunidad que Dios mismo nos está ofreciendo, te das cuenta de que no tienes tiempo solo para pensar en uno mismo, ahora más bien querrás que otros puedan tener esta gran libertad.
«Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.» Mateo 28:19-20 NVI
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