«Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.» Mateo 28:19-20 NVI
En la Biblia vamos a encontrar cientos de personas que se dieron cuenta que llevaban una vida muy lejos de Dios:
«En cambio, el recaudador de impuestos, que se había quedado a cierta distancia, ni siquiera se atrevía a alzar la vista al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: “¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!» Lucas 18:13
«Jesucristo vino a este mundo para salvar a los pecadores”, y yo soy el peor de ellos» 1 Timoteo 1:15-16
Acabamos de leer sobre una persona que era cobrador de impuestos, la cual alimentaba el sistema de la corrupción, creaba más pobreza para que los pocos ricos se hagan más fuertes. Era capaz de quitarle hasta el último centavo a su propia gente, a los suyos, a los que lo vieron crecer, a su pueblo, para darle al imperio romano que no tenía nada que ver con ellos. Luego, leímos sobre Pablo que se consideraba el peor de los pecadores.
Si tuviéramos que compararnos con ellos y muchos otros probablemente diríamos que jamás realizaríamos algo tan repugnante como ellos, que no somos tan malos. Pero como humanos muchas veces hemos lastimado al otro para conseguir lo propio, hemos tratado mal al otro solo porque nos creemos superiores y no necesariamente tiene que haber una acción, muchas veces solo con el pensamiento hemos pensado mal del otro. Podemos inclusive desearle mal al otro con justa razón pero la verdad es que la Biblia dice que todos hemos pecado y estamos privados de la Gloria de Dios. Todos hemos fallado y en algún momento nos hemos sentido a años luz de Dios, nos hemos sentido lejos de Dios pero no es simplemente un sentir o quizás nunca te detuviste a pensar qué tan cerca o lejos estás de Dios. El pecado nos aleja de Dios y Él, sabiendo que el pecado nos aleja tanto de Él, con mayor intencionalidad busca acercarse a nosotros. Busca acercarse a vos.
¿Qué nos hace pensar a nosotros que Dios no nos ama, que no hay solución para nuestra condición y que no hay un plan trascendente para nuestra vida? Tu pecado no es un obstáculo para Dios. Jesús venció el pecado para que podamos tener una relación directa con Dios. Él venció lo que nos separaba para conocerlo mejor, lo venció para rescatarnos, para salvarnos y darnos una causa más grande que nuestra propia vida. La salvación, la vida eterna. Jesús te conoce dentro y fuera y aun así te dice: «te amo».
Y para tu sorpresa Dios te llama por tu nombre, te invita a vos a que lo sigas a Él. Tenemos una causa que nos une y lo que tenemos no es simplemente algo, es lo más importante que nos pudo haber pasado. Es el tesoro más preciado, es más que la vida misma. La salvación no es para unos cuantos, es para todos y una vez que captamos esta causa Jesús nos dice en Mateo 28:19-20: «Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.»
El llamado de Dios es también comprender que él nos incluyó en su plan eterno que se necesita del otro para continuar lo que se está construyendo. Que juntos somos mejores, el trabajar juntos, el estar con Jesús nos ayuda a pensar en grande a vivir apasionado. Dios nos está invitando a marcar la historia de la humanidad.
«Así que ahora les doy un nuevo mandamiento: ámense unos a otros. Tal como yo los he amado, ustedes deben amarse unos a otros. El amor que tengan unos por otros será la prueba ante el mundo de que son mis discípulos». Juan 13:34-35 NTV
Nuestra actitud hacia al otro es lo que va a demostrar que somos discípulos de Jesús. Juntos es mejor. No va a ser nuestra habilidad, nuestra creatividad o qué tan rápido puedo resolver un conflicto sino el amarnos, el estar de acuerdo, el reír juntos, el llorar juntos, el seguir adelante juntos. Esto será la prueba ante el mundo de que somos discípulos de Cristo. Esto será la prueba de que hay una causa mayor que nosotros mismos. En donde no entra el egoísmo.
La promesa de Jesús de estar con sus discípulos siempre nos ayuda a comprender que aunque Él dejó la Tierra físicamente, les dejó Su presencia en la persona del Espíritu Santo. El Espíritu Santo es ahora el que los iba a guiar a ellos de manera muy similar a como Él mismo los guió. Lo mismo para nosotros. Dios nos quiere llenar de su poder para comprender que su amor no tiene comparación y que otros también pueden tener acceso a Cristo Jesús nuestro salvador.
Dios nos invita a hacer discípulos. No simplemente acercar a las personas a Dios, sino también estar a su lado, caminar juntos, enseñarles todo lo que Dios nos ha dado. Los discípulos necesitaban al Espíritu Santo para llevar el mensaje de esperanza por todas partes. Necesitaban al Espíritu Santo como garantía de que ya no eran los mismos de antes. Necesitaban el Espíritu Santo para comunicar de manera efectiva la palabra de Dios y Él nos dio al Espíritu Santo por su gran amor. Hagamos discípulos.
¿CÓMO ES UN VERDADERO DISCÍPULO? Ser un discípulo es más que ser un seguidor. En la época de Jesús, la relación entre un discípulo y un maestro era de profundo compromiso y lealtad tanto por parte del maestro como del discípulo, con el objetivo de que este último pudiera algún día convertirse en un gran maestro. Jesús nos invita a hacer discípulos para Él. Es el ponerte a alguien a lado tuyo y no solo eso sino involucrar a la iglesia, no importa tu edad, limitación o cuánto tiempo llevas de conocer a Dios todos podemos ser discípulos de Cristo.
¿CÓMO PUEDO COMPARTIR ESTA CAUSA? Cuando aceptamos que en Jesús está nuestra salvación y nos dejamos moldear por Él vamos a llenarnos de pasión y entrega como Él lo está por las personas y por efecto compartiremos de esta gran noticia en todas partes aunque sea empezando con decir: «Jesús te ama».
¿ESTÁS DISPUESTO A DEJAR DE A LADO TUS PROPIOS IDEALES Y CREENCIAS POR UNA CAUSA ETERNA? Jesús nos promete algo, que Él va estar con nosotros siempre hasta el fin de los tiempos. Entender la causa de Jesús es por fin comprender el por qué existimos, es saber cuál es mi función en todo esto, es saber cuál es mi propósito y que Dios me ha dado una causa más grande que mi propia vida, que mis ideales, creencias y paradigmas.
«Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.» Mateo 28:19-20 NVI
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