«10 Me alegro muchísimo en el Señor de que al fin hayan vuelto a interesarse en mí. Claro está que tenían interés, solo que no habían tenido la oportunidad de demostrarlo. 11 No digo esto porque esté necesitado, pues he aprendido a estar satisfecho en cualquier situación en que me encuentre. 12 Sé lo que es vivir en la pobreza y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez. 13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. 14 Sin embargo, han hecho bien en participar conmigo en mi angustia.» Filipenses 4.10-14
La experiencia que tengamos respecto a cualquier lugar o servicio va a determinar si vamos o no a recomendarlo o si vamos o no a volver a aquel lugar. Cuando tenemos una buena experiencia nos surge una necesidad de recomendarlo a cada persona con la que hablamos. Y de la misma forma, cuando tenemos una mala experiencia no nos permitimos olvidarla, nos encargamos de que todos sepan que no deben caer ahí. Pero lo peor una mala experiencia es que nos cerramos a volver a intentar, nos cerramos a cualquier cosa que nos recuerde aquel mal momento. Nos sentimos defraudados y nos cerramos a no creer más en el amor, a no creerle más a las personas. Nos resignamos y aceptamos como irremediable esa situación.
RESIGNARNOS ES DARLE EL CONTROL DE NUESTRO FUTURO A UNA MALA EXPERIENCIA. No solo sucede con las personas, hay quienes por una mala experiencia en una iglesia, por un milagro que esperaban y no llegó se cerraron a volver a creer en Dios. Los problemas no pueden destruir directamente nuestra fe, pero sí revelan cómo está nuestra relación con Dios y cuánto confiamos en él.
Pero qué bueno es cuando en medio de la crisis podemos recibir ayuda de otros. No hay nada más triste que atravesar los problemas solos (Eclesiastés 4.7-12). Es tan bueno poder contar con un cuerpo, con una iglesia que está dispuesta a caminar con uno. No la iglesia como institución, sino un grupo de personas que celebran juntos a Dios y edifican su fe mutuamente. Una iglesia que expresa y hace evidente su amor. Pero a veces puede ser que la ayuda no llegue en el momento que lo esperábamos, y que en algunas situaciones nos sintamos solos. Pablo se encontró en esa situación, estaba en prisión por predicar el evangelio. Sin embargo en su carta les hace saber a los creyentes cuán satisfecho está en Dios. Hay quienes piensan que creer en Dios y vivir el evangelio, es vivir una vida de abnegación, que tenemos que renunciar a cualquier cosa que produzca en nosotros bienestar y felicidad. Piensan que creer en Dios es conformarse con poco. Pero estar satisfechos con Dios es entender que en él todas nuestras necesidades están cubiertas, todas nuestras situaciones tienen respuesta y estamos completos.
Luchamos constantemente contra un sentimiento de insatisfacción. Hagamos lo que hagamos, por más logros que consigamos sentimos que nada es suficiente. Ese sentimiento se acrecienta con las malas experiencias, sin embargo Pablo logra decir: “en Dios estoy satisfecho, en él tengo todo lo que necesito” (Salmos 37.23-26).
Cuando tenemos a Dios, las circunstancias no condicionan nuestra felicidad. Pablo desde la cárcel alentaba a los que estaban afuera a creer en el poder que lo respalda en medio de cualquier situación. “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” Es decir que Cristo nos da la fuerza para enfrentar cualquier situación. Necesitamos comprender que la vida que hemos recibido en Jesús no solo nos da esperanza, nos da también su poder para superar cualquier circunstancia (Efesios 1.18-19). Cuando nos sentimos abrumados por los problemas, muchas veces llegamos a sentir que no podemos más. ¡Pero en Jesús podemos decir TODO LO PUEDO!
Es tiempo de dejar de darle poder a todo aquello que nos quiere hacer creer que no vamos a poder, malas experiencias, sentimientos de incapacidad, etc. Cualquier cosa es posible porque creemos en aquel que es capaz de hacer todas las cosas. Y aun cuando las circunstancias no sean las mejores podamos alegrarnos en Dios quien es nuestra salvación sin importar lo que venga, y tenemos la seguridad de que él no nos va a soltar y detrás del problema Dios siempre nos dará la salida (1 Corintios 10.12-13 / Salmos 16.9-11).
«Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir, por el poder que obra eficazmente en nosotros, 21 ¡a él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos! Amén.» Efesios 3.20-21
HOY ES EL DÍA PARA LEVANTAR TU MIRADA Y DESCUBRIR QUE EL DIOS QUE ES CAPAZ DE HACER TODAS LAS COSAS ¡ESTÁ CON VOS!
REFLEXIÓN:
¿QUÉ MALAS EXPERIENCIAS ESTÁN CONDICIONANDO MI FE Y MI MANERA DE VER EL FUTURO? Muchas veces le damos el poder a las malas experiencias de condicionar y limitar nuestro futuro. Pero no está nada perdido, tenemos esperanza en Jesús.
¿ME ESTOY SINTIENDO SATISFECHO EN DIOS? Como seres humanos vivimos en un constante sentimiento de insatisfacción. Por eso es importante recordar que es en Dios en quien tenemos todo lo que necesitamos, y quien nos provee la salida a cualquier problema.
¿PUEDO ALEGRARME EN MEDIO DE LA PRUEBA? Creer en Jesús no solo nos otorga esperanza, sino que nos llena de su poder para afrontar cualquier obstáculo. Por eso podemos alegrarnos en la prueba, porque lo tenemos a Él. Y si tenemos a Jesús, podemos decir con seguridad, TENGO TODO LO QUE NECESITO.