«El gran amor del SEÑOR nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. 23 Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad! 24 Por tanto, digo: «El SEÑOR es todo lo que tengo ¡En él esperaré!» Lamentaciones 3.22-24 

Estamos convencidos de que cada día Dios tiene algo nuevo para nuestras vidas. Pero aun así, nos enfrentamos a reiteradas situaciones que a menudo nos llevan al cansancio. Hemos hecho todo para que eso cambie, pero parece que ese problema siempre está acechandonos. Entonces comenzamos a preguntarnos “hasta cuándo” tendremos que lidiar con eso, nos sentimos sin respuesta, sin salida alguna (Salmos 13.1-6). Nos sentimos abandonados, como si Dios no estuviera teniendo en cuenta nuestra situación. El cansancio se convierte en una angustia constante, tal vez tenemos pequeños momentos de alegría, pero nada nos quita de ese estado de dolor. Muchas veces, este malestar nos lleva a reaccionar y cometer errores. Buscamos respuestas en cualquier lado menos en Dios, y las “soluciones” terminan dañándose más que el problema en sí.

Pero así como la angustia está presente todo el tiempo, podemos ser intencionales en recordar constantemente lo que hasta acá Dios hizo por nosotros. Lamentablemente, solemos olvidar con facilidad todo lo bueno que Dios nos ha dado; su amor, su perdón, una vida nueva con propósito, una esperanza segura cuando nuestra vida no tenía ningún sentido (Juan 3.16-17 / Romanos 5.8 / Efesios 2.4-5 / 1 Pedro 1.13-21 / Colosenses 1.13-14). Fuimos amados por un Dios que no solo nos dió vida y esperanza sino que nos hizo uno con Él (Juan 14.6).



Vivir enfocados en el “hasta cuándo” nos lleva a resignarnos, a dejar de vivir para simplemente sobrevivir. Necesitamos reconocer cómo estamos viviendo, y volver a poner nuestra esperanza en Dios (Salmos 42.11). Es momento de tomar la determinación de esperar en Él, porque la vida va a estar llena de situaciones difíciles, pero la paciencia, nos ayudará a atravesarlas sin que la angustia tome control de nosotros. Poner nuestra esperanza en Dios es confiar con todo nuestro corazón que, como ya lo ha hecho en el pasado, Él va a darme la salida que estoy necesitando (Salmos 40.2).

Todo lo que Dios nos pide es que sepamos esperar en ÉL, pero a diferencia de lo que muchos creen, esto no significa sentarse y quedarse sin hacer nada. ¡Esperar en Dios es tener la esperanza de que algo va a suceder y en esa seguridad seguir avanzando! 

«Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?» Números 23.19 

Ya no vivimos conforme a lo que vemos, sino a lo que Dios me dijo que haría. Por eso, saquemos de nuestra boca la queja y declaremos con fe lo que Dios puede hacer (2 Pedro 1.3-7). En Dios tenemos todo lo que necesitamos para vivir con entusiasmo, dedicación, interés, fuerza y perseverancia.

Hay muchos que se sienten desahuciados, porque aún no han conocido la esperanza que tenemos en Jesús, pero vos y yo sabemos que aunque vamos a pasar situaciones difíciles, su amor no nos va a soltar, porque conocemos sus promesas. Aprovechemos cada momento para edificar lo que Dios nos ha dado; la fe de saber que el milagro va a llegar, la virtud que es la fuerza que nos mueve a hacer que las cosas sucedan, la capacidad de conocer más a Dios y experimentar su poder, el dominio propio para sujetar las emociones que quieren gobernarnos en la crisis, la constancia para nos detenernos hasta ver los resultados, nuestra devoción a Dios para entender que nuestra vida le pertenece por completo, el afecto fraternal para ser acompañados y acompañar a otros en el camino, y el amor que hemos recibido de Dios y damos a otros de manera genuina (2 Pedro 1.8-11). Si trabajamos en esto, vamos a atravesar problemas, pero Dios nos promete que no vamos a caer jamás! (Salmos 27.3 / Salmos 27.13-14).

Permanecer en esta confianza es la clave para ver resultados, habrá circunstancias que querrán resignarnos, pero mantenernos firmes nos llevará a experimentar el poder de Dios, a ver los frutos de nuestra fe (Juan 15.4).

«Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. 4 Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos.» Isaías 26.3-4 

Ya no serán solo las emociones las que determinen nuestro futuro, sino nuestra confianza en el Dios que nos ama y cuida de nosotros.



¿ESTOY DEJANDO QUE LA QUEJA DOMINE MIS DECISIONES? La angustia nos lleva a resignarnos y buscar soluciones lejos de Dios. Pero necesitamos recordar que solo en Él tenemos esperanza.

¿ESTOY TENIENDO PRESENTE LO QUE DIOS HIZO EN MI VIDA? Podemos ser intencionales en tener presente lo que Dios ya hizo por nosotros. El mismo Dios que dio todo por salvarnos no nos va a abandonar ahora. 

¿ESTOY TRABAJANDO EN EDIFICAR MI FE Y MI CONFIANZA EN DIOS? ¡Podemos trabajar en nuestra confianza, mantenernos firmes y hacer que nuestra fe crezca para seguir avanzando y ver grandes resultados!