«El gran amor del SEÑOR nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. 23 Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad! 24 Por tanto, digo: «El SEÑOR es todo lo que tengo. ¡En él esperaré!» Lamentaciones 3.22-24
A medida que avanzamos en la vida vamos perdiendo la capacidad de asombro. Pasamos a naturalizar aún aquellas cosas que al comienzo nos parecían maravillosas. De pronto todo eso se vuelve rutinario y cotidiano, perdemos la fuerza y el entusiasmo. Esto se vuelve algo peligroso para nuestras vidas, porque vivir sin expectativas es vivir sin esperar nada. Dejamos de creer en lo que Dios tiene, sin embargo Él nos dice que cada día tiene algo nuevo para nosotros. Sin importar cuán bueno haya sido lo que vivimos en el pasado, podemos estar seguros de que Dios siempre tiene algo mejor para hoy. Necesitamos creer y aferrarnos a esa promesa esperando cada día experimentar lo nuevo de Dios (Salmos 118.24). Cuando dejamos de tener expectativas, dejamos que la salvación, el gran amor que Dios nos demostró a través de Jesús, se vuelva algo sin valor (Tito 2.11-15).
En 1 Corintios 11.23 podemos ver como la cena del Señor, ese momento tan importante en el que recordaban el sacrificio de Jesús, se había vuelto algo repetitivo y había perdido el verdadero significado, aquello que era para alentar a la unidad de la iglesia terminaba en pleitos y contiendas. Por eso Pablo hace un llamado a la iglesia a que se examinen, qué recordarán lo que Jesús había hecho. Recordar nos habla de traer algo a memoria volviéndolo a pasar por el corazón.
Necesitamos examinarnos y reconocer si hemos dejado que lo que un día Dios hizo por nosotros deje de tener valor. Muchas veces, al darnos cuenta de que estamos fallando, buscamos escondernos, hacer ver que todo está bien, como si Dios necesitara que nos mostremos perfectos. Huimos de Él, como aquel que no quiere hacerse un chequeo médico para no encontrar nada, así estoy bien. Eso es sólo negar la realidad y escondernos de Dios (Salmos 139.1-22). Pero nuestra libertad llega cuando en lugar de escondernos reconocemos que necesitamos a Dios y nos entregamos por completo a Él, porque su mano de amor y misericordia nunca se aparta de nuestras vidas.
«El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.» Proverbios 28.13
El examinarnos es acercarnos a Dios con una actitud humilde, con un corazón que reconoce que estaba dejando de valorar a Dios. Él conoce todo de nosotros y no hay nada que podamos esconderle, pero el llamado a ser examinados es un llamado a cambiar la actitud de nuestro corazón. Podemos acercarnos con confianza porque tenemos una iglesia que, conforme al corazón de Dios, no está para juzgar ni condenar sino para abrazar y alentar.
Recordar y entender lo que Jesús hizo por nosotros, darle el verdadero valor a la cena del Señor es poder caminar juntos. Dios diseñó la iglesia para que ya no estemos solos, para que cuando venimos a Él después de haber errado, después de haber tropezado, haya una iglesia que nos sostenga y nos impulse. Ese es el verdadero sentido de la cena del Señor, una iglesia que camina junta, que recuerda que la salvación que hemos recibido de Dios es para compartirla con otros y que estamos para ayudarnos a avanzar hacia lo que Él tiene para cada uno (Santiago 5.13-16).
Por eso necesitamos poder discernir el significado de la comunión, discernir es ver con claridad. Hay momentos en los que dejamos que la rutina y la falta de asombro no nos permitan ver lo increíble que Dios puso por delante, dejamos de ver con claridad lo que Dios puede hacer.
«1 ¡Cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos convivan en armonía! 2 Es como el buen aceite que, desde la cabeza, va descendiendo por la barba, por la barba de Aarón, hasta el borde de sus vestiduras. 3 Es como el rocío de Hermón que va descendiendo sobre los montes de Sión. Ciertamente allí el SEÑOR envía su bendición, vida para siempre.» Salmos 133
Cuando estamos juntos hay bendición de Dios para nuestras vidas. Por eso el domingo no es un domingo más, es una nueva oportunidad para ver lo que Dios puede hacer en medio nuestro. Cuando estamos juntos, y nos reunimos a recordar, celebrar y proclamar el nombre de Jesús, Él mismo promete estar con nosotros y provocar que suceden cosas asombrosas.
Ver con claridad lo que significa caminar juntos nos impulsa a vivir con expectativas porque entendemos cada día como una oportunidad de experimentar algo nuevo de Dios en nosotros.
¿ESTOY CON EXPECTATIVAS DE LO QUE DIOS PUEDE HACER HOY? La rutina y la costumbre nos lleva a olvidar que cada día Dios tiene algo nuevo para nosotros. No importa que tan bueno haya sido ayer, ¡hoy Dios tiene algo mucho mejor!
¿ESTOY DEJANDO QUE DIOS CONOZCA MI CORAZÓN Y LO EXAMINE O INTENTO ESCONDER MIS FALTAS Y ERRORES? Dios nos conoce por completo, y aun sabiendo lo peor de nosotros nos ama. Acercarnos con un corazón entregado a Dios y dispuestos a ser examinados por él, es darle lugar para que haga algo nuevo en nosotros.
¿ESTOY VIENDO LA IGLESIA Y ENTENDIENDO EL VALOR QUE TIENE SER PARTE DE ELLA? Discernir es ver con claridad. Cuando entendemos que Dios diseñó la iglesia para bendecirnos y ser alentados, ya no buscamos caminar solos, sino que disfrutamos de cada momento de comunión como una oportunidad para ver lo que Dios va a hacer entre nosotros.