«Entonces el Señor le dijo a Moisés: “Voy a hacer que les llueva pan del cielo. El pueblo deberá salir todos los días a recoger su ración diaria. Voy a ponerlos a prueba, para ver si cumplen o no mis instrucciones. El día sexto recogerán una doble porción, y todo esto lo dejarán preparado”» Éxodo 16:4-5 NVI
Todos hemos escuchado alguna vez la frase popular «mejor malo conocido que bueno por conocer» pero nunca le encontré sentido a este dicho. ¿Cómo alguien preferiría quedarse con lo malo simplemente porque se acostumbró a eso?
Luego de la salida de Egipto, tras ser liberados de 400 años de esclavitud, el pueblo de Israel se encontró peregrinando por el desierto camino a la tierra prometida. Se sentían frustrados y decepcionados porque a pesar de ver la sucesión de milagros que Dios había hecho para darles la libertad, su presente era desconcertante y de mucha incertidumbre. Al encontrarse en esa situación, comenzaron a tener temor y quejarse contra Moisés. Expresan que hubieran preferido morir en esclavitud pero comiendo bien que estar libres en el desierto pero sin saber que comerían al día siguiente (Éxodo 16.3).
Muchas veces nos encontramos con la misma incertidumbre, y nos preguntamos qué sentido tiene seguir creyendo en medio de tal dificultad. ¿Cuál es la lógica de la fe, de pensar que algo bueno puede salir de la situación que estamos atravesando?
El problema no es sentirnos disgustados con una situación difícil, de hecho Dios nos hace saber en su palabra que podemos depositar en Él todos nuestros temores y nuestra ansiedad. El problema viene cuando decidimos instalarnos en la queja, porque se convierte en un círculo vicioso que solo alimenta más nuestra frustración. Comenzamos a buscar culpables y descargar en alguien la desesperación que nos genera atravesar un problema que se escapa de nuestro control.
Ante la preocupación del pueblo Dios le habla a Moisés haciéndole saber que les enviaría diariamente pan del cielo, y que cada día debería recoger la porción necesaria y no de más, porque ningún día les faltaría el alimento. Sin embargo, ellos intentaron amontonar pan extra por si acaso al día siguiente Dios se olvidaba de ellos.
Cuando decidimos instalarnos en la queja no podemos ver con claridad. Como a Israel, la ansiedad y el temor de pensar que no vamos a tener lo suficiente para mañana, nos hace perder de vista el milagro que Dios está haciendo hoy y lo que hizo en el pasado. Literalmente Dios los había hecho libres, y estaba haciendo llover pan del cielo, pero ellos solo podían pensar en el futuro. Nosotros no fuimos librados de un poder político o una esclavitud terrenal pero si de la esclavitud al pecado (Romanos 3:23-24).
Todos estábamos privados de la gloria de Dios por haberle dado la espalda, pero en su gran amor y misericordia Dios envió a Jesús, quien por medio de su muerte y resurrección nos dio vida eterna y esperanza, y no podemos dejar que la crisis que estamos atravesando nos haga perder de vista de donde Dios nos sacó y el milagro que estamos viviendo hoy. Porque contra todo pronóstico, un día más Dios nos sostiene en pie. Por eso, recordar de dónde Dios nos sacó, nos recuerda hacia dónde vamos.
Dios no había librado a Israel para dejarlo morir en el desierto, esta nación había sido fundada sobre la promesa de Dios de que serían una nación grande por medio de la cual todas las familias de la tierra serían bendecidas, y que serían llevados a una tierra fructífera. Pero después de 400 años de esclavitud Israel había perdido su identidad. Estaban en el desierto, si, pero para dirigirse a esa tierra que Dios les había prometido. «Haré de ti una nación grande y te bendeciré (…) ¡por medio de ti serán bendecidas todas las familias de la tierra!». Génesis 12:2-3 NVI
De la misma forma, cada uno de nosotros fuimos librados por Dios de una muerte eterna, de una vida sin sentido, para experimentar salvación y para que a través de nuestras vidas otros sean bendecidos. El propósito de Dios es que muchos puedan descubrirlo a Él a través de nosotros. Esta promesa nos da la seguridad de que Dios, no solo nos va a sostener en medio de la crisis, sino que no va a dejarnos ahí, nos va a llevar a vivir el propósito para el cual Él nos salvó, vivir una vida de resultados visibles para que otros también lo vean.
Por eso, en lugar de instalarnos en la queja, podemos confiar con todo nuestro corazón aun en medio de la crisis. Esta es la lógica de la fe, que el mismo Dios que me dio vida en el pasado, no me va a dejar mañana. Esa misma gracia que nos libró de una vida sin sentido, de la depresión, de un diagnóstico de muerte, de una historia familiar que parecía imposible de cambiar. Ese mismo Dios nos sostiene hasta hoy y lo seguirá haciendo en el futuro. Necesitamos permanecer confiando en las promesas de Dios y aferrarnos a ellas a pesar de las circunstancias (Salmos 1.2-3). Nunca vamos a llegar a descubrir hasta dónde Dios puede llevarnos si abandonamos la carrera. Permanecer en la fe es la clave para ver grandes resultados.
Cuando nos quejamos, reducimos a Dios a nuestra necesidad momentánea, pero cuando confiamos, elevamos nuestra fe al tamaño de lo que Dios puede hacer. Podemos atravesar crisis, momentos de frustración, pero tenemos la seguridad de que Dios es todo lo que necesitamos, en él estamos completos, su gracia nos sostuvo hasta acá y lo seguirá haciendo.
«—Yo soy el pan de vida —declaró Jesús—. El que a mí viene nunca pasará hambre y el que en mí cree nunca más volverá a tener sed.» Juan 6:35 NVI
¿ESTOY DEJANDO QUE LOS PROBLEMAS DE HOY ME HAGAN OLVIDAR LO QUE DIOS YA HIZO POR MI? No podemos dejar que la angustia nos haga olvidar como Dios nos hizo libre y nos dio salvación. Si Dios nos rescató de la muerte es para llevarnos a vivir su propósito no para dejarnos morir en el problema.
¿ESTOY CONFIANDO EN LAS PROMESAS DE DIOS PARA EL FUTURO O SOLO PENSANDO EN EL HOY? Cuando confiamos elevamos nuestra fe al tamaño de lo que Dios puede hacer. Dios no solo quiere suplir nuestra necesidad momentánea quiere llevarnos a experimentar cosas mayores.
¿ESTOY SIENDO DE BENDICIÓN PARA OTROS AUN EN MEDIO DE LA CRISIS? Fuimos llamados a ser bendición. La crisis no anula nuestra identidad, aun en medio del dolor Dios muestra su poder en nosotros y a través de nosotros.
El llamado de Dios es a seguir confiando en sus promesas de bendición para nuestras vidas para experimentar su poder, ¡no te des por vencido!
«Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. (…) Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida.» Hebreos 10.35-39