«La viuda de un miembro de la comunidad de los profetas suplicó a Eliseo: —Mi esposo, su servidor, ha muerto y usted sabe que él era fiel al SEÑOR. Ahora resulta que el hombre con quien estamos endeudados ha venido para llevarse a mis dos hijos como esclavos. —¿Y qué puedo hacer por ti? —preguntó Eliseo—. Dime, ¿qué tienes en casa? —Su servidora no tiene nada en casa —respondió—, excepto un poco de aceite. Eliseo ordenó: —Sal y pide a tus vecinos que te presten sus vasijas; que no sean pocas. Luego entra en la casa con tus hijos y cierra la puerta. Echa aceite en todas las vasijas y, a medida que las llenes, ponlas aparte. Enseguida la mujer dejó a Eliseo y se fue. Luego se encerró con sus hijos y empezó a llenar las vasijas que ellos le pasaban. Cuando ya todas estuvieron llenas, ella pidió a uno de sus hijos que le pasara otra más y él respondió: «Ya no hay». En ese momento se acabó el aceite. La mujer fue y se lo contó al hombre de Dios, quien ordenó: «Ahora ve a vender el aceite y paga tus deudas. Con el dinero que te sobre podrán vivir tú y tus hijos».» 2 Reyes 4.1-7 

Es interesante ver como una mala actitud puede hacernos perder buenas oportunidades aun teniendo aptitudes y capacidades. Y por el contrario una buena actitud puede abrirnos grandes puertas. La actitud no es otra cosa que nuestra intención y voluntad demostrada al mundo. Y justamente eso es lo que me llama la atención en la historia de esta viuda relatada en 2 Reyes 4.1-7. Vemos a una mujer que ante una amenaza inminente, su primera reacción es acudir al profeta porque sabía que allí encontraría una respuesta de parte de Dios, y no solo eso sino que ante la directiva de Eliseo ella enseguida se pone manos a la obra. Vemos en esta viuda una actitud pro activa frente a lo que estaba viviendo. 

Creo que es una gran oportunidad para que nos preguntemos cuál está siendo nuestra actitud frente a los desafíos de la vida. Cómo reaccionamos ante la espera de un milagro o la necesidad de que Dios obre. Porque muchas veces estamos en esa espera de una intervención divina y hasta expresamos tener fe en lo que Dios puede hacer pero nuestra actitud no acompaña nuestras palabras. Nos convertimos en simples espectadores, nos volvemos reactivos en lugar de ser pro activos y simplemente vemos la vida pasar y nos frustramos cuando lo que esperábamos no llega.

Cuando nos volvemos pasivos y simplemente nos acomodamos a la realidad que vivimos, llegamos a pensar que si no sucedió algo es porque simplemente no podemos hacer nada al respecto pero en realidad no estamos comprendiendo cuál es nuestro rol en la fe. Terminamos resignándonos y dejando que las circunstancias nos ahoguen. Lo peligroso de esto, es que cuando no tomamos un rol activo en la fe, y adoptamos la posición de simples espectadores caemos en un “ocio espiritual” que no hace más que alimentar en nosotros pensamientos y sentimientos destructivos. Estamos sentados mirando lo que Dios hace en otros y comienza la comparación, la crítica, la envidia, los sentimientos de inferioridad y la idea de no ser tenidos en cuenta por Dios ni por los otros. Sin embargo podemos observar en la viuda que teniendo todas las de perder, no  se dejó vencer por el temor ni adoptó una posición de víctima sino que, por el contrario, accionó en fe, se movió en busca de un milagro aún cuando humanamente no había mucho por hacer y lo que hace el profeta es involucrarla a ella en lo que Dios iba a hacer y comprometerla en fe con su provisión. Al final del día, la cantidad de vasijas que ella misma había conseguido determinaron el tamaño de su milagro.



Dios nos mueve a tomar un rol activo en la fe porque no quiere que nos conformemos con lo que estamos viviendo, no quiere que nos amoldamos a una vida mediocre, sino que espera llevar nuestra fe a otro nivel para que podamos comprobar y vivir todo lo que Él tiene para nosotros. 

«El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.» Juan 10:10 NVI 

Antes de conocer a Dios, estábamos bajo la influencia del pecado, de una naturaleza caída que constantemente buscaba matar y destruir los planes de Dios sobre nuestras vidas. Pero Jesús vino a morir en la cruz y resucitando al tercer día venció la muerte, para que ya no vivamos atados a una vida sin esperanza sino que en Él tengamos salvación, vida eterna y propósito. Por eso podemos decir con toda seguridad que Dios está interesado en bendecirnos, y que nos desafía a tomar una actitud de fe, para que podamos experimentar esa vida abundante que él tiene nosotros. 

Por eso te animamos a que cada Domingo como el resto de la semana conectes con Dios, te involucres en lo que Él está haciendo porque lo que recibas de Dios, lo que te lleves de una reunión no depende tanto de lo que otros hagan sino de la actitud y disposición de tu corazón. Necesitamos comprometernos y esforzarnos en trabajar en nuestra actitud y carácter, para que nuestra fe no quede en una simple declaración sino que sea acompañada de acción, obras y decisiones concretas, porque así veremos resultados y fruto de esa fe (2 Pedro 1.5-7).

Entender quién es Dios y lo creativo y suficiente de su poder frente a cualquier circunstancia, podemos movernos y accionar con fe sabiendo que no importa cual sea el problema en Dios tendremos respuesta. Por eso Dios nos hace la invitación a quitar del medio cualquier excusa, abandonar el ocio y trabajar en nuestra fe para ver milagros. 

La fe de la viuda determinó el tamaño de su milagro, y aunque el pedido era puntual, necesitaba saldar su deuda, el resultado del milagro fue aún mayor, porque tuvo para sostenerse ella y sus hijos. No hay límites en lo que Dios puede hacer cuando le creemos y activamos nuestra fe con decisiones y acciones. Cuando comprendemos cuál es nuestro rol en la fe no vamos a la iglesia esperando lo que otros puedan darnos sino entendiendo que yo soy parte de lo que Dios está haciendo, y que mi fe no será suficiente solo para saciar mi necesidad sino aun para bendecir a otros e inspirarlos a creer en lo que Dios tiene también para ellos. Dejamos de ser espectadores para ser parte de los que provocan el milagro, pero siempre va a depender de nuestra decisión, que tanto le damos lugar a Dios para que sea Dios en nuestras vidas. La disposición de Dios de bendecirnos no cambia, es permanente, pero espera que le demos lugar para actuar en nosotros. «He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.» (Apocalipsis 3.20). Ya no simplemente oramos a Dios para que nos libre de nuestra ansiedad, depresión o pensamientos de muerte sino que hablamos y buscamos ayuda, porque así le abrimos la puerta a Dios para que traiga luz y sanidad sobre nuestro problema. Del mismo modo en cada área de nuestras vidas en las que buscamos la intervención de Dios, es importantísimo orar, pero esa oración tiene que ir acompañada de acciones y decisiones concretas. Dios nos desafía a probarlo y descubrir como cuando nosotros hacemos nuestra parte, nos comprometemos con lo que sí podemos hacer, entonces le permitimos a Dios actuar como solamente él lo puede hacer (Malaquías 3.10).

Hoy podemos tomar la decisión de seguir viendo la vida pasar, o asumir nuestro rol en la fe y experimentar todo lo que Dios tiene para nosotros, que es aún más de lo que podemos imaginar.



REFLEXIÓN
 

¿CUÁL ESTÁ SIENDO MI ACTITUD FRENTE A LOS PROBLEMAS QUE SE ME PRESENTAN? La actitud que tomamos ante las circunstancias de la vida hablan más de nuestra fe que nuestras palabras en sí. Hoy podemos tomar la actitud correcta, correr a Dios entendiendo que de Él viene la respuesta para toda situación. 

¿ESTOY CREYENDO QUE DIOS QUIERE BENDECIRME? Al no tomar un rol activo en la fe llegamos a pensar que Dios no nos tiene en cuenta, pero él está esperando que le demos lugar en nuestras vidas, porque quiere bendecirnos y darnos una vida en abundancia, está en nosotros darle lugar para que lo haga. 

¿ESTOY ACOMPAÑANDO MI FE CON DECISIONES CONCRETAS? No alcanza simplemente con orar o decir que creemos en que Dios puede librarnos de nuestros problemas, necesitamos comprometernos con nuestro milagro, ser responsables y accionar en la parte que nos toca a nosotros para dejar a Dios que sea Dios en nuestras vidas y haga lo que solo él puede hacer. 

HOY ES UNA GRAN OPORTUNIDAD PARA ABRIRLE LA PUERTA DE TU VIDA A DIOS Y DEJARLO ACTUAR EN TU SITUACIÓN. ¡NO HAY LÍMITES PARA LOS QUE CREEN Y CAMINAN EN FE!

 

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