«Estén siempre alegres, oren sin cesar, den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús. No apaguen el Espíritu, no desprecien las profecías, sométanlo todo a prueba, aférrense a lo bueno, eviten toda clase de mal. Que Dios mismo, el Dios de paz, los santifique por completo, y conserve todo su ser —espíritu, alma y cuerpo— irreprochable para la venida de nuestro Señor Jesucristo. El que los llama es fiel, y así lo hará.» 1 Tesalonicenses 5.16-18
Con seguridad podemos decir que tenemos mucho para agradecer. Pero muchas veces confundimos la gratitud con la aceptación. Desde pequeños se nos enseña a agradecer como muestra de respeto aun si el presente que recibimos no es realmente de nuestro agrado, y con el tiempo hemos adoptado esto como una actitud de vida, aceptando todo aunque no nos guste, no nos satisfaga y aun no nos convenza. Y no nos resistimos, al contrario nos adaptamos y conformamos. Lo peligroso de esto es que terminamos desarrollando una tolerancia a todo que hasta la confundimos con una virtud, tolerancia a situaciones no deseadas, a problemas que se vuelven parte de nuestra vida, tolerancia a la falta de alegría y disfrute. Como resultado asumimos la realidad que vivimos como nuestra sentencia final.
Pero quedarnos en esta aceptación lo único que hace es limitar lo que Dios quiere hacer en nuestras vidas. Permitimos que se nos pase la vida sin descubrir quien es Dios y lo que él es capaz de hacer en nosotros. La gratitud no es conformismo, sino el reconocimiento de lo que Dios hizo por nosotros. La gratitud no es por obligación sino la respuesta de un corazón que entiende que Dios fue el primero en traer cambios a nuestras vidas y no conformarse con nuestra condición. A pesar de nuestras debilidades y errores Dios puso su atención en nosotros y desde antes de que existiéramos ya tenía un futuro y un propósito con nuestras vidas (Romanos 8.28-37). Por eso, aun cuando atravesamos situaciones desagradables no podemos olvidar que Dios conociendo cada detalle de nuestras vidas, nos promete que Él va a usar cada situación que pasamos para nuestro bien, para demostrarnos que nos ama y está con nosotros. Porque Él llamó y escogió, puso su atención en nosotros y nos tuvo en cuenta sin importar nuestra condición. Nos aceptó y justificó, tomando lo que nos condenaba, aquello que era una sentencia de muerte para nosotros y quitándolo de en medio, perdonando nuestros pecados para que seamos libres (Colosenses 2.13-15). No solo nos libro de la esclavitud en la que vivíamos sino que a demás nos puso en un lugar de honor, abriéndonos la entrada a su presencia y haciéndonos sus hijos. Dios nos dice que está de nuestro lado, que él está a nuestro favor y eso nos da la seguridad de que somos más que vencedores sin importar cual sea la circunstancia, que con Él podemos superar cualquier cosa.
Hoy podemos tener dominio sobre nuestros sentimientos y emociones porque tenemos la garantía de que Dios está con nosotros y no va a dejarnos.
«Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.» Filipenses 4.13
Por eso hoy podemos entender que el “estar siempre alegres” no es una imposición ni un reto a conformarnos con lo que tenemos sino un llamado a tener presente en todo momento que Dios está de nuestro lado y que lo que Él hizo por nosotros es la garantía de que siempre nos va a llevar a experimentar algo mejor en nuestras vidas. Ese es el “orar sin cesar” ir continuamente a Dios, confiar en Él, creyendo en su poder y anhelando ver cambios en nuestra realidad.
Gratitud entonces, nos habla de tener presente lo que Dios hizo, corresponder a su amor y creer que Él tiene lo que necesitamos.
No permitamos que lo que hoy vivimos apague la vida de Dios en nosotros, sino, prestemos atención a lo que Dios nos dice y aferrémonos a lo bueno que Él tiene porque Él se va a encargar de guardar nuestra vida, (alma, cuerpo y espíritu) en perfecta paz y llevarnos a experimentar su plenitud (Efesios 3.14-21).
Por eso no podemos dejar de agradecer, alegrarnos y celebrar por lo que Dios es y por lo que va a hacer en nuestras vidas.
«Den gracias al SEÑOR, porque él es bueno; su gran amor perdura para siempre.» Salmos 107.1
REFLEXIÓN
¿ESTOY ACEPTANDO LA REALIDAD QUE ME RODEA COMO SI NO HUBIESE NADA MEJOR DE DIOS PARA MI? Ser agradecidos no es aceptar la situación o la crisis como una sentencia inamovible. Dios fue el primero en traer cambios a nuestras vidas y llevarnos a creer por lo que Él tiene para nosotros.
¿ESTOY CREYENDO Y TENIENDO PRESENTE LA OBRA DE AMOR DE DIOS HACIA MI VIDA? Dios no se conformó con nuestra condición, sino que envió a Jesús a morir por nosotros y resucitar para darnos esperanza, una nueva vida, hacernos sus hijos y llevarnos a vivir su propósito haciéndonos saber que Él está a nuestro favor y nunca va a dejarnos.
¿ESTOY EXPRESANDO MI GRATITUD A DIOS COMO MUESTRA DE FE EN LO QUE ÉL TIENE PARA MI VIDA? Dar gracias a Dios es tener presente que como Él nos amó y transformó nuestras vidas no va a dejarnos, sino que va a llevarnos a vivir todo lo que Él tiene para nosotros.
¿Te perdiste algún mensaje? Hacé click para ver todos los mensajes de VIVILO iglesia