«En aquel tiempo Jesús dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque habiendo escondido estas cosas de los sabios e instruidos, se las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque esa fue tu buena voluntad. Mi Padre me ha entregado todas las cosas. Nadie conoce al Hijo, sino el Padre; nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo. Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados; yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana».» Mateo 11.25-30

A lo largo de la vida transitamos distintas etapas que involucran cambios, y, si bien como seres humanos  estamos en una constante búsqueda de algo diferente, también es cierto que solemos aferrarnos a lo conocido. Tenemos un altísimo apego a lo ya aprendido y una vez que algo se nos vuelve un hábito, cambiar nos resulta sumamente difícil, desarrollamos una gran RESISTENCIA AL CAMBIO. Por eso, podemos decir que aprender es sencillo, lo realmente difícil es DESAPRENDER, porque esto implica olvidar lo aprendido y abandonar nuestra zona de confort.

El problema es que nuestras costumbres, hábitos y formas pueden estar tan arraigados a nosotros al punto tal de condicionarnos y no permitirnos abrirnos a algo nuevo por más que lo nuevo sea mejor. Y es por eso que muchas personas quieren cambios, quieren obtener resultados diferentes pero siguen haciendo siempre las mismas cosas, y ante el desafío de lo nuevo recaen en el argumento de “no puedo” o “lo hago a mi manera”. Pero el aprender no tiene tanto que ver con capacidad sino más bien con la ACTITUD. Cuando adoptamos una actitud obstinada, es decir, una firmeza excesiva sobre nuestra postura, nos privamos de avanzar hacia algo mejor, nuestra mente nos juega en contra haciéndonos creer que lo desconocido puede salir mal y que lo más seguro es quedarnos donde estamos. 



No podemos ignorar que nos acercamos a Dios con la necesidad de que Él cambie nuestra realidad, hasta ahora, nada de lo que habíamos hecho de la manera en que lo veníamos haciendo pudo darnos respuesta. Si lo conocido hasta entonces hubiera sido realmente suficiente, nunca hubiéramos tenido la necesidad de buscar a Dios, pero necesitamos que Jesús venga a rescatarnos de una vida sin sentido (1 Pedro 1.18-2). Jesús dice que escondió su revelación de los ojos de quienes se consideran sabios para dársela a conocer a los niños. Es decir que descubrir y experimentar lo nuevo que Dios puede hacer en nuestras vidas, tiene que ver directamente con la actitud de nuestro corazón, un corazón que se deja enseñar (Mateo 11.25-30). Tal vez hoy estamos deseando cambios, pero no estamos dispuestos a hacer las cosas de una manera diferente. Terminamos sintiéndonos sin fuerzas, sin ánimo, desganados, cansados, hastiados de la vida, llenos de ansiedad y preocupación, al punto de sentirnos ahogados. Este cansancio no tiene que ver con la falta de sueño o la necesidad de unas vacaciones, sino con el peso de las circunstancias que atravesamos día a día. A veces no entendemos cómo, si oramos, si creemos en Dios y leemos la biblia, podemos llegar a  sentirnos tan agobiados. Y es que nos acercamos a Jesús, pero no nos dejamos guiar y enseñar por Él, sino que esperamos que se acomode a nuestros ideales. Recibimos el perdón y la vida eterna que Dios nos ofrece pero seguimos como antes, tomando nuestras propias decisiones. Entonces, la respuesta de Jesús es, si estás cansado, agobiado, ven a mi y camina a mi lado, lleva mi carga que es liviana. Por eso necesitamos desaprender, dejar de hacer las cosas a nuestra manera como siempre lo hicimos, desde una mirada egocéntrica y comenzar a poner nuestra atención en Jesús y dejar de lado nuestros propios planes (Marcos 8.31-38). Toda la vida hemos puesto la atención en nosotros, y nos basamos en nuestras propias fuerzas y deseos, vivir así nos llevó al fracaso y a la destrucción, por eso necesitamos a Jesus. Sin embargo venimos a Él pero seguimos aferrados a nuestros propios intereses. Y seguimos cargando con esa mochila que tanto nos pesa. «Ya que han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. Concentren su atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra, pues ustedes han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios.» Colosenses 3.1-3.

NOS CUESTA TANTO ENTENDER LO QUE DIOS QUIERE HACER, PORQUE NUESTRA ATENCIÓN ESTÁ PUESTA EN LAS COSAS DE ESTE MUNDO.

Jesús nos llama a ser sus discípulos, un discípulo es alguien que abraza la enseña recibida, la defiende y vive por esa causa. En ese caminar con Jesús y dejarnos enseñar por él encontramos descanso para nuestras almas, pero esto requiere negarnos a nosotros mismos. Naturalmente buscamos salvarnos a nosotros mismos, aferrarnos a nuestra manera de vivir, pero Jesús nos dice que quien pierda la vida por su causa, es decir se despoje de sus propios deseos, realmente se salvará. Necesitamos desaprender esa vieja manera de vivir, y ser renovados en la actitud de nuestra mente, adoptando la mente de Cristo (Efesios 4.22-24). Seguir a Jesús y aprender de él, significa tomar su misma actitud, copiar su corazón, estar dispuesto a ser enseñado (Filipenses 2.1-11). Necesitamos dejar de vivir una vida egoísta, y comenzar a poner nuestra atención en Jesús, aquel que no se aferró a nada sino que se entregó por completo.

HOY HAY NUEVAS FUERZAS PARA QUIENES DECIDEN SOLTAR EL CONTROL, CAMINAR CON JESÚS Y DEJARSE ENSEÑAR POR ÉL. NO TE DES POR VENCIDO (Gálatas 6.7-10).



REFLEXIÓN

 

¿A QUÉ COSAS ME ESTOY AFERRANDO QUE ME IMPIDEN RECIBIR LO NUEVO DE DIOS EN MI VIDA? Deseamos cambios pero muchas veces no estamos dispuestos a ceder el control. Es difícil desaprender porque implica salir de nuestra zona de confort, pero si logramos soltar el control vamos a experimentar lo nuevo de Dios en nuestras vidas.

¿ME ESTOY ACERCANDO A DIOS CON UNA ACTITUD ENSEÑABLE O CON UNA MIRADA EGOÍSTA? Quizás aceptamos a Jesús, y creemos en Él, pero si nuestra atención sigue puesta en nuestros propios deseos nunca vamos a experimentar la vida que Él tiene para nosotros. Caminar con Jesús y ser sus discípulos implica negarnos a nosotros mismos.

¿ESTOY ENTREGANDO MI VIDA A DIOS O SIGO BUSCANDO TENER EL CONTROL? Cuando nos dejamos enseñar por Dios experimentamos descanso para nuestras almas. Él se entregó por completo para darnos una nueva vida, si nos entregamos a Él vamos a poder descubrirla.

SEGUÍ INVIRTIENDO BIEN TU VIDA, SEGUI CON LA MIRADA PUESTA EN JESÚS, PORQUE A SU TIEMPO VAS A VER GRANDES RESULTADOS.

 

¿Te perdiste algún mensaje? Hacé click para ver todos los mensajes de VIVILO iglesia