«Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor.» Hebreos 11:8.10 NVI
La mayoría de las personas empezamos el año haciendo cosas diferentes. Sin embargo también sabemos que muchos iniciamos algo, pero no sabemos hasta cuando durará. ¿Cuál es la realidad de cada uno de nosotros? Vemos el panorama y comenzamos a tener una percepción de nuestra vida. La percepción es lo que interpretamos a través de la información que obtenemos mediante los sentidos: vista, oído, olfato y tacto. ¿Cuál es la información que estás recibiendo? Si mirás detenidamente, te vas a dar cuenta de que pareciera que todo el mundo está deseando el futuro del otro y no se dan cuenta de que pueden tener un futuro glorioso por delante sin importar la realidad. Algo más grande inclusive que el dinero mismo o la buena salud, algo más grande que nuestros sueños y proyectos.
En la Biblia hay cientos y cientos de personas que no se limitaron por su pasado o presente y alcanzaron un futuro que es más grande de lo que ellos pudieran comprender, entender, discernir o concebir. Y no eran personas especiales con superpoderes o con facultades impresionantes, sino personas muy similares a nosotros. La realidad no siempre tiene que ser algo negativo, puede ser que estés muy tranquilo con tu estilo de vida, sin embargo hay algo más grande y significante que la comodidad y es lo que Dios te quiere ofrecer sin importar si es la primera vez que estés leyendo de Dios: Hay un futuro mejor para vos.
Un ejemplo claro lo tenemos en la Biblia. José y María, los padres de Jesús, probablemente se cuestionaron lo que Dios les ofreció. Sin embargo decidieron escuchar, obedecer y seguir adelante sin detenerse a pesar de su realidad. Ellos eran jóvenes inexpertos sin mucho dinero, su realidad no era favorable. Ambos tenían todo en contra, sabían que no iba a ser fácil. Iban a dar paso hacia lo desconocido, eran propensos a ser el hazmerreír de todos. Pero ellos sí sabían una cosa, que venía el futuro para la humanidad: la salvación.
Llegará el momento en donde vas a tener que tomar la decisión de escoger y escuchar entre lo que dice tu realidad o lo que dice Dios. El futuro de María y José no se trataba de cómo iba a terminar su historia, sino de cómo comenzó la historia de otras personas a través de su historia. Si no estamos a salvo no podemos pretender un futuro.
Otra historia que es fascinante en la Biblia es sobre Abraham, un hombre que tenía fe en Dios en todo lo que hacía: «Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor.» Hebreos 11:8.10 NVI
La historia de Abraham no empieza con algo trágico. No es una triste historia, no es que él le estaba pidiendo a Dios que lo sacara de su situación, no le pedía una vida nueva. Sin embargo Dios lo invita a un futuro estremecedor. Dios lo llamó a una vida que nunca podría haber imaginado: Abraham podría haberse quedado con lo que tenía, con la vida buena que tenía. El problema es que muchas veces nos fijamos en lo más pequeño, en las cosas que podemos controlar, en el reino que hemos construido, en nuestros sueños, en las cosas que podemos tocar y ver. Por eso podemos llegar a perder de vista lo más grande lo que nos quiere mostrar Dios.
La historia y el futuro de Abraham no se trata de él, Dios le hizo a Abraham esta promesa: «Yo te bendeciré mucho, y haré que tengas muchos descendientes.» Hebreos 6:13-14 TLA. Cuando Dios le juró a Abraham que cumpliría esta promesa, tuvo que jurar por sí mismo, porque no tenía a nadie más grande por quien jurar.
Hoy Dios se acerca muy amablemente y te dice «hoy te voy a bendecir mucho». La historia y el futuro de Abraham no se trata de él, se trata de las generaciones posteriores de Abraham. No se trataba de cómo iba a terminar su historia, sino de cómo comenzó la historia de otras personas. Abraham entendió que el futuro era de ellos: que no era una propiedad, que el terreno no era la promesa, que la casa no era la promesa, que sus bienes no eran la promesa, pues esto era muy pequeño y no se iba a conformar.
Muchas veces hemos salvado el momento y perdemos el futuro porque decidimos estar cómodos en vez de arriesgarnos y tener un futuro estable. Dios nos quiere salvar para darnos vida eterna. Abraham sabía que había algo más, y sabemos que esto no quiere decir que ahora tenemos suerte en todo lo que hacemos. Tal vez la situación no cambie, pero seguirás avanzando. Seguirás abriendo camino, seguirás permitiendo que Dios construya sobre tu vida y por consecuencia otros se beneficiarán. Serás respuesta y solución para otros. Serás la luz que tus amigos necesitan, serás la sal que este mundo insípido necesita. Y es que ya no se trata de vos, sino de Cristo Jesús. El futuro es nuestro si estamos con Dios. Jesús vino al mundo por amor a las personas, Jesús vino a salvarnos y nuestro futuro es triunfar con Él. Este es nuestro momento.
El futuro es nuestro. Dios no nos prometió algo pequeño, nos prometió a la humanidad que otras personas pueden acercarse a Dios a través de tus actos, a través de tu servicio, a través de tu amor.
¿CREÉS QUE HAY UN FUTURO ESTABLE PARA VOS? Jesús vino al mundo para salvarte. Si no somos salvos no podemos pretender un futuro. Creé que Dios tiene planes para vos y que a pesar de nuestra realidad el poder de Dios supera todo obstáculo. Si puede haber un futuro glorioso para vos y Dios te quiere hacer parte. Aceptá la invitación que Dios hoy te está ofreciendo, dejándolo entrar a tu corazón. Tu vida no depende de las circunstancias, podemos seguir avanzando con Cristo.
¿ESTOY SIENDO AGRADECIDO POR LO QUE HACE DIOS? Dar gracias a Dios es tener presente que Él nos ama y quiere transformar nuestra vida y no dejarnos, sino que va a llevarnos a vivir todo lo que Él tiene para nosotros. Dios nos quiere rescatar para darnos honor, identidad y juntos poder acercar a las personas a Dios.
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