«Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo: —¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios! Jesús contestó: —Cierto hombre preparó un gran banquete e invitó a muchas personas. A la hora del banquete mandó a su siervo a decirles a los invitados: “Vengan, porque ya todo está listo”. Pero todos, sin excepción, comenzaron a disculparse. El primero dijo: “Acabo de comprar un terreno y tengo que ir a verlo. Te ruego que me disculpes”. Otro indicó: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas. Te ruego que me disculpes”. Y otro alegó: “Acabo de casarme y por eso no puedo ir”. El siervo regresó y le informó de esto a su señor. Entonces el dueño de la casa se enojó y ordenó a su siervo: “Sal de prisa por las plazas y los callejones del pueblo y trae acá a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos”. “Señor —dijo luego el siervo—, ya hice lo que usted me mandó, pero todavía hay lugar”. Entonces el señor respondió: “Ve por los caminos y las veredas, y oblígalos a entrar para que se llene mi casa. Les digo que ninguno de aquellos invitados disfrutará de mi banquete”.» Lucas 14.15-24
Hemos comenzado el año afirmando algo, las prioridades no se negocian. Y qué importante es poder sostener esto en nuestro día a día. El problema es que constantemente somos bombardeados con presiones y urgencias que demandan nuestra atención, pero no toda urgencia es prioridad y no toda necesidad es importante.
Cuando corremos detrás de cosas que no son realmente importantes, perdemos recursos, fuerzas y aún peor, perdemos grandes oportunidades. Todos los recursos perdidos se recuperan, pero el tiempo no, por eso necesitamos ser intencionales en aquello a lo que le estamos dedicando nuestro tiempo. Hemos dejado que las urgencias nos roben momentos y oportunidades únicas que no vuelven.
En cierta ocasión Jesús es recibido en la casa de dos hermanas llamadas Marta y Maria, el relato cuenta que Marta estaba ofuscada con los quehaceres de la casa y atendiendo a Jesús mientras que Maria se sentó a escucharlo, ante la queja de Marta Jesús le responde: “—Marta, Marta —le contestó Jesús—, estás inquieta y preocupada por muchas cosas, 42 pero solo una es necesaria. María ha escogido la mejor, y nadie se la quitará.” Lucas 10.38-42
Marta estaba tan preocupada por lo urgente, por las tareas, que se estaba perdiendo la oportunidad de pasar tiempo con Jesús y escucharlo a Él. De la misma forma nosotros vivimos abrumados por cientos de cosas. Distracciones, preocupaciones, urgencias nos han robado momentos únicos, nos han quitado oportunidades y han hecho que la vida se convierta en una pena, llena de cargas que muchas veces son difíciles de soportar. Nuestros pensamientos persisten en aquello que nos inquieta y no nos permite pensar con claridad, y disfrutar del momento. Con el tiempo aprendimos a vivir así, y cuando queremos darnos cuenta hemos perdido grandes oportunidades. Y al igual que Marta, podemos pensar que es lo que corresponde, alguien tiene que ocuparse de esas necesidades, pero eso se estaba volviendo una carga y una prioridad que le impedía disfrutar lo que estaba sucediendo en su casa. Nos estamos perdiendo de disfrutar tantas cosas y hasta nos molesta que otros disfruten porque nos acostumbramos a vivir en esa dinámica.
Dios sabiendo que no sabemos vivir de otra manera, que no podemos librarnos de las cargas de la vida que nos rodea por nuestros propios medios, vino a rescatarnos de esta vida absurda y sin sentido. Y mientras que el ladrón viene a matar, hurtar y destruir todo lo bueno de la vida, Dios viene a rescatarnos de esa vida que nos hace perder de vista las prioridades, para darnos una vida abundante, en la que podamos disfrutar. (1 Pedro 1.18-21)
Podemos quejarnos y sentirnos insatisfechos con la vida que llevamos, pero está en nosotros el error de seguir invirtiendo fuerzas, recursos y tiempo en urgencias que no pueden saciar nuestra alma. Nos abrumamos buscando soluciones y perdemos de vista que Jesús está ahí, desatendemos las prioridades logrando que Dios deje de ser el centro de nuestra atención. Pero si Dios no está en el centro de nuestra atención es imposible que lo demás funcione y es por eso que como iglesia queremos aprender a pasar tiempo con Dios, a orar primero, a tener una relación con Él.
Ponemos como prioridad cosas que no pueden sostener nuestra vida. Hoy puedo tener familia, trabajo, estudio, pero todo eso se puede terminar. Queremos que todo esto funcione. Queremos vivir bien y tranquilos, pero si Dios no es el centro, si Él no es nuestra prioridad, aun teniendo todo, no tenemos nada.
NECESITAMOS CAMBIAR NUESTRAS PRIORIDADES, PONER A DIOS PRIMERO PORQUE SÓLO ÉL PUEDE SOSTENER NUESTRAS VIDAS.
Nuestra atención estará puesta en aquello que consideremos importante. (Mateo 6.19-21) Nuestra relación con Dios no va a prosperar si no le invertimos tiempo. No es solo invertir el tiempo que vamos a la iglesia el domingo o en algún Grupo de Conexión en la semana, sino en nuestro día a día, cuánto tiempo estamos invirtiendo en Dios, en la oración y la lectura de la palabra. Porque cuando buscamos a Dios algo provoca en nuestra fe, en nuestra vida personal, pero cuando no lo hacemos la mejor parte nos está siendo quitada por correr detrás de urgencias.
Hoy Dios nos invita una vez más a acercarnos a ÉL.
“…busquen al Señor mientras se deje encontrar, llámenlo mientras esté cercano. Que abandone el malvado su camino y el perverso sus pensamientos. que se vuelva al Señor, a nuestro Dios, que es generoso para perdonar y de él recibirá compasión…” (Isaías 55.1-11)
Vayamos a Dios para aprender a escucharlo. Según nuestra prioridad serán nuestros resultados, por eso necesitamos tomar la decisión de darle nuevamente el centro de nuestra atención a Él.
Dios preparó planes de bien para nosotros, para que podamos disfrutar, necesitamos dejar de poner excusas, y comenzar a organizarnos y planificar nuestra vida para dar lugar a lo verdaderamente importante. Planificar el tiempo que vamos a dedicarle a Dios, organizarnos para que las excusas no se conviertan en impedimentos ni distracciones. Dios no nos obliga ni nos fuerza, sino que nos invita a disfrutar de lo que Él ya preparó para nosotros, pero es tiempo de tomar la decisión de dedicarle tiempo a Dios y a lo que Él tiene. (Lucas 14.15-24)
Dios ama tanto a la humanidad que quiere que su casa se llene y que nadie se pierda de la fiesta que él preparó para nosotros. Por eso, como iglesia tenemos la misión de acercar a las personas a Dios.
QUEREMOS DISFRUTAR DE LA VIDA QUE ÉL COMPRÓ PARA NOSOTROS, PERO NO QUEREMOS HACERLO SOLOS, SINO QUE MUCHOS MÁS DISFRUTEN CON NOSOTROS DE SU SALVACIÓN.
¿ESTOY ABRUMADO POR CORRER DETRÁS DE LAS URGENCIAS Y LAS NECESIDADES? Muchas necesidades parecen urgentes, pero correr detrás de ellas no va a saciar la necesidad de nuestra vida. Todo es pasajero, pero lo que Dios tiene para nosotros permanece y no nos será quitado.
¿ESTÁ SIENDO DIOS EL CENTRO DE MI ATENCIÓN? Necesitamos que Dios sea nuestra prioridad si queremos que lo demás funcione, porque solo Él puede sostener todas las cosas.
¿ESTOY DISFRUTANDO DE LA VIDA QUE DIOS TIENE PARA MÍ Y ACERCANDO A OTROS PARA QUE LA PUEDAN DISFRUTAR? Para disfrutar de lo que Dios tiene necesitamos invertir tiempo en nuestra relación con Él. Pasar tiempo con Dios, orar, leer su palabra e invertir en acercar a otros a Jesús provoca algo en nuestra fe que nos lleva a otro nivel.
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