El bautismo, al igual que la comunión (santa cena), es uno de los dos sacramentos que celebramos como iglesia. Es una ceremonia muy importante tanto para el creyente como para el resto de la iglesia, es por eso que lo celebramos y consideramos importante que sepamos el por qué de esta celebración.
El bautismo es un paso de fe y una decisión personal, por eso como iglesia no bautizamos bebés, porque entendemos que es la expresión de una decisión consciente que responde a la fe y no a una imposición o tradición. Es la determinación de seguir a Jesús, un acto de obediencia siguiendo el ejemplo establecido por Cristo. (Mateo 3.13-17 / 1 Pedro 2.21-22) Por esto mismo practicamos el bautismo por inmersión, porque esta fue la manera en la que Jesús fue bautizado y cómo la Biblia lo describe.
La palabra de Dios, dice que Juan el bautista predicaba el bautismo de arrepentimiento para el perdón de pecados. (Marcos 1.4 / Lucas 3.3) Es decir que es un llamado a las personas al arrepentimiento, a un cambio de vida. Jesús, de la misma forma, comenzó su ministerio anunciando el reino de Dios y que el tiempo de arrepentirse había llegado, Él mismo siendo perfecto, sin pecado, se bautizó para dejarnos a nosotros su ejemplo (Mateo 3.13-17 / Marcos 1.9-10).
El bautismo descrito en la Biblia es por inmersión, es decir sumergiendo a por completo en agua a la persona bautizada, y su nombre proviene de la palabra griega «BAPTIZO» que significa sumergir, empapar, inmersión o hundir en líquido. Este sumergirnos representa un nuevo nacimiento en la vida del creyente, por eso es la expresión pública de la decisión de entregarle nuestra vida a Jesús y experimentar la transformación completa que viene solo por medio de nuestra fe en Él. Aquello que hemos confesado con nuestra boca y creado con nuestro corazón (Romanos 10.8-11).
EL BAUTISMO EN AGUA DECLARA PÚBLICAMENTE LO QUE HA PASADO DE FORMA PRIVADA.
En la celebración del bautismo, los creyentes confiesan públicamente, frente a amigos, familiares, y el resto de la iglesia, su compromiso con Dios. Lo que Dios hace en nuestras vidas es tan emocionante que queremos que todos lo sepan y lo vean. El bautismo responde al creer en el amor y el perdón de Jesús para salvación y vida eterna.
«El que crea y sea bautizado será salvo, pero el que no crea será condenado…» Marcos 16.15-18
No nos habla de necesitar ser perfectos para ser salvos, sino de creer. Pero en medio de esta expresión llena de esperanza aparece la palabra condenación. Esto es porque aún ante la invitación de Jesús muchos deciden esconder sus errores y pecados. Prefieren mantenerse en su error, condenando a sí mismos teniendo tan accesible la salvación, porque muchos creen poder esconderse de Dios. Es el pecado lo que nos lleva a escondernos de Dios, pero ÉL nos invita a acercarnos, porque nos ama y quiere hacernos ver que es solo por medio de Jesús que podemos tener perdón. Esta realidad nos lleva a reconocer que necesitamos un salvador, necesitamos creer en Jesús, arrepentirnos y bautizarnos para ser salvos (Hechos 2.37-39).
«Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él…» Juan 3.16-21
La invitación a arrepentirnos y bautizarnos es un llamado a hacer público lo que Dios está haciendo en nuestras vidas. Muchos experimentan la salvación, pero lo esconden, nadie en su círculo sabe que siguen a Jesús. (Mateo 10.32-33) De la misma manera que cuando una pareja se une en matrimonio, lo hace público, frente a testigos, se compromete públicamente y hasta usa un anillo como muestra evidente de ese compromiso, cuando decidimos seguir a Jesús, es necesario que nuestra vida y expresión den hagan evidente que Jesús me rescató. Por eso la importancia del bautismo como expresión pública de nuestra nueva vida.
¡HAGAMOS PÚBLICO LO QUE DIOS ESTÁ HACIENDO EN NUESTRO INTERIOR!
El bautismo es señal de un nuevo comienzo, tenemos la convicción de que cuando nos bautizamos nuestra vieja vida es sepultada y nacemos a la nueva vida en Jesús. Es decir, morimos a una vida en la que nosotros teníamos el control para nacer a una vida nueva entregando por completo a Dios. No es la purificación del cuerpo o la reparación de algo dañado, es el compromiso asumido de una nueva vida siguiendo a Jesús (Romanos 6.4 / 1 Pedro 3.18-22).
Este nuevo comienzo que expresa el bautismo simboliza entierro y resurrección, un nuevo nacimiento. Como aquel fariseo llamado Nicodemo que se acercó a Jesús en busca de la vida eterna, Jesús le respondió que le era necesario volver a nacer, no físicamente del vientre de su madre, sino un nuevo nacimiento espiritual. (Juan 3.3-6) Es morir a la vieja vida y nacer a una nueva en la que ya no vivimos nosotros, sino que Cristo vive en nosotros (Gálatas 2.20 / Colosenses 2.12-15).
El bautismo es la decisión de dejarlo todo para seguir a Jesús, asumimos la obligación de vivir para Él. Aquellos que ya hemos sido bautizados tomamos el compromiso, la obligación de ir tras Él, de seguirlo, de vivir para Él y ya no más para nosotros. Y necesitamos cada día recordar este compromiso. En este nuevo nacimiento, dejamos atrás una vida en la que éramos esclavos del pecado, para nacer a una nueva vida como HIJOS DE DIOS, libres para amarlo, seguirlo y servirle (2 Corintios 5.14-15 / Juan 1.12).
Hay quienes creen que bautizarse implica ser perfectos, pero el bautismo no es perfección, sino la decisión de seguir avanzando en mi fe en Jesús aun a pesar de mis errores. Porque seguimos a un Dios que nos ama y nos buscó en la peor condición, como no seguirlo.
Al convertirnos en hijos de Dios, el bautismo nos vuelve parte del cuerpo que es la iglesia de Jesús. Al bautizarnos nos unimos a todos aquellos que han creído y decidido seguirlo a Él, nos habla de una pertenencia, nos hacemos parte del cuerpo de Cristo. (Efesios 4.1-6)
NO SIGNIFICA QUE NO VOY A VOLVER A EQUIVOCARME, SIGNIFICA QUE AUNQUE ME EQUIVOQUE, NO PIENSO VOLVER A DONDE ESTABA Y TAMPOCO DEJAR DE SEGUIR A JESÚS.
Como iglesia tenemos la gran tarea de predicar el evangelio, de confrontar a las personas con un mensaje que lleve a creer y a tomar decisiones. Somos bautizados y enviados a bautizar, para que las personas obedezcan al llamado de Jesús, crean y hagan pública su fe.
¿YA FUISTE BAUTIZADO?
Aquellos que ya hemos sido bautizados, tenemos cada día la oportunidad de renovar nuestro compromiso de seguir a Jesús, hacer pública nuestra fe y dar a conocer a otros su gran amor para que puedan seguirlo.
EL BAUTISMO NOS HACE PARTE DE LA IGLESIA DE JESÚS
No caminamos solos, desde que nos bautizamos decidimos unirnos a aquellos que han creído y confesado públicamente su fe. Hoy tenemos un lugar de pertenencia, una iglesia que nos acompaña a seguir creciendo y avanzando en nuestra nueva vida en Jesús.
¿YA DISTE EL PASO DE CREER EN JESÚS PERO AÚN NO FUISTE BAUTIZADO?
A diferencia de lo que muchos creen, el bautismo no requiere que seamos perfectos, nos bautizamos porque creemos que Jesús es el único salvador, decidimos seguirlo y hacer pública la transformación que Él ha comenzado en nuestro interior.
Cada mes celebraremos bautismos en VIVILO iglesia, anótate a través de la app. ¡Aún estás a tiempo!