«Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.» Jeremías 2.13 RVR
«Dos son los pecados que ha cometido mi pueblo: Me han abandonado a mí, fuente de agua viva, y han cavado sus propias cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.» Jeremías 2.13 NVI
Las personas tenemos cierta tendencia cuando enfrentamos situaciones difíciles, frustraciones o fracasos. Por un lado, nos es fácil adoptar el rol de víctimas, quejándonos y cuestionando lo que nos pasa, buscando culpables. Y por el otro, tenemos la costumbre de buscarle una razón a cada problema o crisis que atravesamos. Nuestra mente vuela y comienza a crear argumentos y explicaciones muchas veces ilógicas para esa situación negativa que nos toca vivir. De ahí surge la popular frase «NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA» aunque eso no tenga ningún sentido.
Sin embargo, gran parte de lo que nos sucede no tiene otro origen más que nuestras propias decisiones. Todos deseamos ver el bien, pero muchas veces son nuestras decisiones las que nos llevan al lado contrario.
Dios le dice al pueblo de Israel que habían cometido dos males:
1. «Me dejaron a mí, fuente de agua viva» la fuente es un lugar donde brota agua, nos habla de fundamento, de origen. Todos nosotros nos hemos alejado de Dios, no lo reconocimos en nuestra vida. (Romanos 1.20-25) Nos volvimos necios en nuestros actos, insistiendo en nuestros errores. Queriendo hacer las cosas a nuestra manera.
Muchos pueden pensar «yo nunca me alejé de Dios» porque no han dejado de asistir a la iglesia o servir. Pero sí hemos permitido que Dios deje de ser nuestra fuente, la base y prioridad de nuestra vida. Dios dejó de ser nuestra fuente de confianza, de paz y motivo de nuestra vida. Y de esta manera hemos caído en el segundo error que menciona Jeremías.
2. «y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua» hemos trabajado cavando nuestras propias cisternas. Una cisterna es un depósito grande, subterráneo, utilizado para almacenar y conservar agua, lo que es un recurso vital para nosotros. Nos volvimos necios, porque teniendo en Dios la fuente de agua viva, decidimos alejarnos y cavar nuestros propios pozos para almacenar aquello que creíamos que sería el sostén de nuestras vidas. Pero estas cisternas propias están rotas, no pueden conservar nada de todo aquello, por lo que trabajamos tanto. Porque en este mundo no hay nada seguro ni eterno, por el contrario, todo lo que podamos conseguir es pasajero.
Dios diseñó al hombre y a la mujer para que gobiernen la tierra, para que tengan plenitud, pero su desobediencia trajo consecuencias. (Génesis 3.16-19) una de esas consecuencias es el trabajar arduamente para conseguir el sustento. Pero ese trabajo arduo y todo lo que conseguimos de él finalmente va a morir en el polvo. El peligro de depender de aquello que tenemos es que termina destruyéndonos, terminamos muriendo con eso. (Lucas 12.15-21) Una cisterna era pensada para conservar agua, pero cuando esta ya no podía cumplir su función, era usada como prisión, como trampas o como tumbas. Aquello que estaba pensado para contener un recurso vital terminaba siendo un lugar de muerte. No nos damos cuenta de que trabajamos y nos esforzamos en nuestro propio criterio para conseguir seguridad, pero terminamos cavando nuestra propia tumba.
Hoy nos encontramos poniendo nuestro corazón y esperanza en cosas que no pueden darnos ninguna seguridad, trabajo, dinero, obra social, relaciones, etc. Amontonamos, pero nada nos queda. (Mateo 6.19-21) Pero solo conseguimos terminar con un corazón roto, frustrado e insatisfecho. Viviendo para satisfacer nuestros deseos solo conseguimos cavar en cisternas rotas, donde todo se pierde. Pero si algo de todo por lo que hemos trabajado hubiera podido saciar nuestro corazón, nunca nos hubiéramos acercado a Jesús.
Hoy Dios nos invita a acercarnos a Él (Isaías 55.1-3) a todos aquellos sedientos que no han conseguido satisfacer su corazón en nada de lo que tienen. No hay nada que nos impida tomar lo que Dios tiene para nosotros, él nos ofrece gratuitamente el derecho y el acceso a todas sus bendiciones, pero muchas veces preferimos seguir buscando en otro lado. Jesús nos invita a acercarnos a Él porqué sabe que muchos están cansados de vivir situaciones dolorosas, cansados de perder. Con ansiedad e inquietud en su corazón. «Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados; yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana». Mateo 11.28
NO ENCONTRAMOS DESCANSO PORQUE SEGUIMOS LUCHANDO EN NUESTRAS FUERZAS CUANDO EL DESCANSO PARA NUESTRAS ALMAS ESTÁ EN JESÚS.
Jesús nos invita a ir a Él a todos aquellos que están sedientos, no sedientos de bebida, sino del alma. (Juan 4.6-18) Quien bebe agua natural vuelve a tener sed, pero quien sacia la sed de su corazón en Jesús, nunca más volverá a tener necesidad de algo más. Nadie conoce más nuestro corazón, nuestra necesidad y nuestra realidad que Jesús, por eso nos invita a ir a Él.
Pero necesitamos tomar decisiones. Muchas veces vivimos postergando decisiones porque hay situaciones que no queremos afrontar, porque algunas no son nada fáciles de tomar. Pero de la misma manera que Gedeón, recibe el desafío de Dios de quitar los altares de la casa de su padre, para poder obtener la victoria para su pueblo, Dios nos desafía a nosotros a quitar de nuestro corazón todo aquello nos aleja de Dios. (Jueces 6.3-5; 12-14; 25)
Tal vez creemos que no tenemos altares, pero sin darnos cuenta, nos hemos olvidado de la fuente y hemos buscado protección, seguridad y refugio fuera de Dios, dejando que eso ocupe su lugar. Tal vez no podemos solos, necesitamos amigos y personas a nuestro lado que nos ayuden y nos impulsen a tomar estas decisiones difíciles, y contamos con una iglesia que está dispuesta a caminar con nosotros y dar este paso. HOY PODEMOS TOMAR LA DECISIÓN DE SOLTAR TODO AQUELLO EN LO QUE HEMOS PUESTO NUESTRA ESPERANZA Y VENIR A JESÚS, LA ÚNICA FUENTE DE VIDA CAPAZ DE SUPLIR LA NECESIDAD DE NUESTRAS ALMAS.
¿ESTOY TOMANDO LAS DECISIONES CORRECTAS PARA VIVIR LO QUE ESPERO?
Ante los problemas buscamos culpables o adoptamos la posición de víctimas, pero necesitamos reconocer que son nuestras propias decisiones las que nos llevan a vivir situaciones que no deseamos. Hoy podemos cambiar esa realidad.
¿ESTOY PONIENDO MI CORAZÓN EN COSAS PASAJERAS?
No solo vivimos a nuestra manera sino que buscamos satisfacción y seguridad en cosas que no permanecen, lo único que conseguimos con eso es terminar en dolor y destrucción. Estas cosas no solo no pueden saciarnos, sino que terminan destruyéndonos.
¿ESTÁ SIENDO DIOS LA FUENTE DE MI VIDA?
Necesitamos volvernos a Dios, dejar todo aquello en lo que hemos puesto nuestra esperanza, y acercarnos a Él. El único que puede saciar nuestro corazón y satisfacer nuestra alma. Jesús es la única fuente de vida.
¿Te perdiste de algún mensaje? Hacé click para ver todos los mensajes de VIVILO iglesia.