Juan 13.1-17

Seguramente a todos nosotros nos hace sentir bien llegar a un lugar y recibir un trato preferencial. Ser atendidos de manera especial. El Problema es que esta distinción hacia nuestra persona nos lleva a creernos superiores a los demás. Comenzamos a mirar al resto desde un escalón más alto. Y es que la escala de valores que la sociedad plantea, nos dice que lo que valemos como personas está directamente relacionado con nuestra apariencia, posición socioeconómica que tengamos o determinado por los logros y títulos conquistados. Estableciendo una categoría de personas “VIP” (Very important person).

Pero Dios tiene su propia escala de medición, no se deja llevar por las apariencias, sino que pesa el corazón. (Proverbios 21.2 / 24.12)

Al vivir de acuerdo al sistema de la sociedad, corremos el peligro de caer en el error de creernos autosuficientes. Que no necesitamos a nadie. Caemos en el orgullo. Esta postura nos lleva a no dar lugar a Dios en nuestras vidas. (Proverbios 11.2/ 16.18/ 18.12)

De hecho nos acercamos a Dios cuando tocamos fondo, cuando nuestro orgullo es quebrado por las situaciones que vivimos. Frente al fracaso acudimos a Él pero lo olvidamos pronto, en cuanto volvemos a sentir un poco de seguridad. (Deuteronomio 8.11-20) (Proverbios 29.23)

El orgullo nos lleva a creer que merecemos una atención especial por encima de los demás. Pero Jesús, siendo el SEÑOR, Rey de reyes, dijo que vino al mundo a servir. Pero no solo lo dijo, sino que lo demostró con acciones.

DIOS PESA LOS CORAZONES

Juan 13.1-17 relata como Él mismo, lavó los pies de los discípulos. Esta era tarea de los esclavos y criados. Ninguno de los que estaban ahí tuvo la iniciativa de hacer lo que era la tarea más desagradable, pero Jesús lo hizo. No solo para expresar que Él estaba para servir, sino para enseñarles a sus discípulos que ellos debían hacer lo mismo con otros, USTEDES ESTAN PARA SERVIR A LOS DEMÁS. (Filipenses 2.3-11)

En un mundo donde se promueve la indiferencia y la competencia. Podemos decir, estamos para servir a OTROS. Si JESÚS lo hizo, siendo Dios mismo, nosotros también podemos hacerlo. ¿O acaso nos sentimos más importantes que Jesús? Él nos dejó ejemplo para que recordemos que podemos hacerlo. (Juan 13.15-17)

SERVIMOS A LOS DEMÁS

Si Jesús siendo el todo poderoso, vivió su vida aferrado a Dios y dependiendo de Él continuamente, qué nos hace pensar que nosotros podemos vivir sin Dios. Necesitamos rendir nuestra vida a Jesús. Y de igual manera, si Jesús siendo quién es, no vivió para sí mismo sino para servir. ¿Por qué buscamos vivir una vida egoísta que solo satisfaga nuestras necesidades?

Vivamos nuestra vida con un corazón humillado, que reconoce la necesidad de Dios y se rinde tanto a Dios como a los otros, por amor. (1 Corintios 13.1-3)

 

 

  REFLEXIÓN  

¿ESTOY RECONOCIENDO MI NECESIDAD DE DIOS? EL orgullo nos lleva a creer que no lo necesitamos. No olvidemos de donde Dios nos sacó, dependemos de EL.

¿QUÉ ESCALAS DE MEDICIÓN DETERMINAN MI VALOR? Recordar que Dios pesa el corazón y no nuestra apariencia, nos hará estimarnos de forma correcta.

¿CÓMO ME RELACIONO CON MI ENTORNO ÚLTIMAMENTE? Mientras la sociedad promueve la indiferencia y la competencia recordemos que estamos para servir a otros con amor.