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«Cuando llegó a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: -¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Le respondieron: -Unos dicen que es Juan el Bautista, otros que Elías, y otros que Jeremías o uno de los profetas. -Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? -Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente -afirmó Simón Pedro. -Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás -le dijo Jesús-, porque eso no te lo reveló ningún mortal, sino mi Padre que está en el cielo. Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y las puertas del reino de la muerte no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo. Luego les ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Cristo.» Mateo 16.13-20 NVI

“Es mejor estar solo que mal acompañado” es una frase que se instaló en nuestra idiosincrasia y terminamos tomándola como una verdad absoluta. Por muchos años los cristianos solíamos catalogar y prejuzgar a las personas prefiriendo aislarnos de aquellos que no se conducían conforme a lo que nosotros creemos correcto, o no compartían nuestra fe. Sin embargo, Jesús nunca tomó distancia de las personas que eran consideradas “malas”, al contrario, Jesús era llamado “amigo de pecadores.” (Mateo 9:9) Los religiosos se escandalizaban de ver con quienes se juntaba Jesús. Él se sentaba con los que eran señalados como malos, comía con ellos, pero no seguía sus pasos, sino que los influenciaba para bien.

Como iglesia no estamos para vivir conforme a lo que el mundo piensa o hace sino para influenciar al mundo.  MIENTRAS EL MUNDO BUSCA ELIMINAR A QUIENES NO ENCAJAN, LA IGLESIA ESTÁ PARA DAR VIDA, PARA INFLUENCIAR A OTROS, PARA CAMINAR AL LADO DE LAS PERSONAS, PARA PROVOCAR CAMBIOS Y LLEVAR A LAS PERSONAS A CRECER.

«Por eso, así dice el SEÑOR: «Si te arrepientes, yo te restauraré y podrás servirme. Si evitas hablar en vano, y hablas lo que en verdad vale, tú serás mi portavoz. Que ellos se vuelvan hacia ti, pero tú no te vuelvas hacia ellos.» Jeremías 15.19

HAY UN MUNDO QUE BUSCA INFLUENCIAR PARA MAL… PERO JESÚS VINO PARA DAR VIDA.

«El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.» Juan 10.10

Como iglesia estamos para dar vida, no para desechar. La iglesia tiene compasión de aquel que está siendo rechazado. La compasión no es lastima, es un impulso al ver el problema de alguien y hacer algo para transformar esa situación. Tenemos como hacerlo, tenemos el evangelio, la Buena Noticia. Compartir con otros el amor y la gracia de Jesús, y el deseo de que sean salvos por medio de Él.

Hemos cometido el error de querer aislarnos del mundo, cuando la oración de Jesús fue enviarnos al mundo para hacer seguidores.

«Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo.» Mateo 5.16

Nosotros creemos que caminar juntos nos potencia, por eso Jesús llamó a hombres comunes para caminar con Él, personas ordinarias para que realicen tareas extraordinarias.

«Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,» Mateo 28.19

 

REFLEXIÓN

¿Estamos dejando que la forma de pensar / actuar de nuestro entorno nos afecte de manera negativa?
El mundo quiere ejercer presión sobre nosotros, pero nosotros somos influencia.

¿Estamos siendo una buena influencia para quiénes nos rodean dejando que vean en nosotros a Jesús o simplemente nos aislamos?
No podemos compartir la Buena Noticia con otros si tomamos distancia de ellos.

¿Estamos viviendo nuestra vida acompañados de personas que nos impulsen a crecer?
Recordá que solos nada podemos hacer, ¡juntos somos mejores!