«Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿Cómo lo recobrará? Ya no sirve para nada, sino para que la gente la deseche y la pisotee. 14 Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una montaña no puede esconderse. 15 Tampoco se enciende una lámpara para cubrirla con una vasija. Por el contrario, se pone en el candelero para que alumbre a todos los que están en la casa. 16 Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben a su Padre que está en los cielos.» Mateo 5.13-16

Jesús, en medio de una celebración, se pone en pie y exclama que aquel que aún tenga sed puede acercarse a él y será saciado (Juan 7.37-38). Él conoce más que nadie la insatisfacción de nuestros corazones. Él nos ve como buscamos remediar esta falta en cualquier cosa pasajera que no es suficiente, y con amor busca llamar nuestra atención para que en Él, de una vez por todas, nuestros corazones sean saciados.

Todo ser humano necesita ser reconocido y valorado, pero vivimos en un sistema que constantemente nos lleva a sentir que no valemos nada, que hagamos lo que hagamos, nunca vamos a ser suficientes. Terminamos cayendo en la comparación, y esto es lo más nocivo. Nos convertimos en nuestros propios jueces y verdugos. Comenzamos a vernos de manera negativa, a correr detrás de algo que pueda darnos valor. Todo nos parece poco, aun logrando algo grande, no llega a ser suficiente. Esto nos impide considerarnos valiosos y merecedores de amor, lo que conocemos como “baja autoestima” algo con lo que muchos luchan diariamente.

Pero en medio de un mundo convulsionado, lleno de presiones y demandas, nosotros nos hemos encontrado con una gran noticia. Un amor inexplicable, el amor de Dios, el creador de todo lo que existe, pensó en nosotros. Cuando nos vemos a nosotros mismos, miramos nuestras fallas, y no entendemos cómo Dios puede detenerse a pensar en nosotros, ¿qué podríamos nosotros ofrecerle? (Salmos 8.3-6). Sin embargo, Dios no solo pensó en nosotros, sino que nos trata como a reyes, nos honra.



«Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.» Romanos 5.8

Dios pasó por alto nuestros errores, porque no vino a condenarnos, sino a rescatarnos de una vida absurda e insatisfecha, y pagó un precio para hacernos libres de todo lo que nos mantenía esclavos y privados de libertad (1 Pedro 1.18-19). Ya no podemos pensar que nuestra vida no tiene valor, porque es Él el precio de nuestra salvación. Jesús lo pagó con su propia vida. Este es un mensaje tan poderoso que no puede esconderse ni avergonzarnos, es un mensaje que tiene poder para transformar el rumbo y el destino de cualquier persona (Romanos 1.16-17).

Nuestra vida vale demasiado como para volver a esclavizarnos a la comparación y la insatisfacción a la que el sistema del mundo quiere llevarnos. No dejemos que la crítica, las comparaciones y los temores nos engañen y nos hagan dudar de lo que Dios hizo en nosotros. Si dejamos que estos sentimientos se apoderen de nuestro corazón, perdemos la confianza de acercarnos a Dios como sus hijos.

El amor de Dios no es algo que se gana por mérito, es un regalo que se recibe y se vive. Dios nos dice que somos luz. No nos demanda que seamos algo que no somos, no nos presenta una lista de requisitos a alcanzar, sino que afirma nuestra identidad.

SOMOS LUZ Y SAL, ESE VALOR Y POTENCIAL YA FUE PUESTO EN NOSOTROS POR DIOS. Es lógico que frente a lo que Dios quiere hacer con nosotros, nos encontremos con nuestra humanidad y quiera plantar dudas y temores. Pero Jesús nos recuerda nuestra identidad, y nos impulsa a compartir lo que tenemos con otros, porque ese potencial es para transformar la vida de otros (Hechos 4.13; 17-20). Ser sal y luz es ser capaces de provocar cambios en todos los que nos rodean. Pero esto no es por nuestras propias fuerzas, sino por el poder de Dios que actúa en nosotros (Juan 14.12-13). Porque desde el comienzo el plan de Dios fue uno, que nadie se pierda (1 Timoteo 2.1-6 / 2 Pedro 3.9) y hoy somos parte de ese plan. Dios va a hacer cosas increíbles en tu vida si te animas a creerle a Él y comenzar a verte como Él te ve.



¿ESTOY LUCHANDO CON SENTIMIENTOS DE INSATISFACCIÓN Y BAJA AUTOESTIMA? La insatisfacción, la comparación y el no valorarnos es algo con lo que muchos luchan constantemente. Dios conoce esto, por eso nos invita a acercarnos a Él con fe, porque solo Dios puede saciar nuestros corazones.

¿ME ESTOY VIENDO CON EL VALOR QUE DIOS ME VE? Dios entregó a Jesús para salvarnos. Nuestra vida vale demasiado como para volvernos a esclavizar a una vida sin sentido. El amor de Dios es todo lo que necesitamos.

¿ESTOY PROVOCANDO CAMBIOS LAS PERSONAS A MI ALREDEDOR? El poder de Dios que está en nosotros puede transformar la vida de otros. Si lo creemos y comenzamos a vivirlo, vamos a provocar cambios en nuestro alrededor, porque a eso fuimos llamados.