«Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿cómo lo recobrará? Ya no sirve para nada, sino para que la gente la deseche y la pisotee. 14 Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una montaña no puede esconderse. 15 Tampoco se enciende una lámpara para cubrirla con una vasija. Por el contrario, se pone en el candelero para que alumbre a todos los que están en la casa. 16 Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben a su Padre que está en los cielos.» Mateo 5.13-16

Alguna vez te pasó que, haciendo el mismo recorrido de todos los días, descubriste algo que siempre estuvo ahí, pero nunca lo habías notado. Muchas veces caminamos por la vida de la misma manera, perdiendo de vista cosas realmente importantes, simplemente porque no les prestamos atención. Nos excusamos con ser distraídos, pero la realidad es que la distracción es la decisión de poner nuestra atención en otra cosa y dejar que eso me lleve a perder de vista todo lo demás. Hoy son tantas las cosas que buscan robarse nuestra atención, que esta distracción termina afectando en áreas importantes de nuestras vidas.  Hay asuntos que pueden ser determinantes en el curso de nuestra vida y necesitamos tenerlos presente.

En Romanos 12.1 se nos insta a tener en cuenta la misericordia de Dios, a poner nuestra atención en lo que Jesús hizo por nosotros. Tomar en cuenta la misericordia de Dios es darle valor a su amor, que viéndonos en la condición que estábamos decidió hacer algo por nuestra salvación (Juan 3.16-17 / Romanos 5.8 / Efesios 2.4-5). Tal vez sea algo que sabemos, que hemos escuchado ciento de veces, él como Dios nos amó y entregó a Jesús para rescatarnos de una vida absurda. Pero podríamos preguntarnos qué tanta atención le ponemos a esta gran verdad en nuestro día a día (1 Pedro 1.13-21 / Colosenses 1.13-14). Saber lo que Dios hizo no es suficiente. Tomamos en cuenta su misericordia cuando vivimos la vida a la cual Dios nos llamó, cuando tomamos todo lo que nos ha sido dado y ofrecemos nuestra vida en adoración a Él diariamente. Adorar es amar mucho. Adoramos a Dios cuando todo lo que somos busca agradarle a Él y corresponder a su amor.

Lamentablemente, vivimos en un mundo que constantemente quiere llevarnos al lugar de donde Dios nos sacó, volvernos a esclavizar a aquello de lo que fuimos librados. Pero si aceptamos a Jesús, si buscamos seguirlo es porque hasta acá no hemos encontrado nada bueno en otro lado. Él es nuestra única esperanza. Ya no podemos seguir viviendo de la misma manera, sin tener a Dios presente.

«Por eso, hermanos míos, ya que Dios es tan bueno con ustedes, les ruego que dediquen toda su vida a servirle y a hacer todo lo que a él le agrada. Así es como se le debe adorar. Y no vivan ya como vive todo el mundo. Al contrario, cambien de manera de ser y de pensar. Así podrán saber qué es lo que Dios quiere, es decir, todo lo que es bueno, agradable y perfecto.» Romanos 12.1 (NTV).



Es tan fácil distraernos, dejar de prestar atención a lo que Dios hizo. Somos constantemente influenciados por la cultura que nos rodea, creyendo que nuestro encuentro con Dios es solo el domingo, poniendo nuestra atención en cosas pasajeras, por eso necesitamos un cambio en nuestra manera de pensar.

En Hageo 1.2-11, vemos cómo el pueblo de Israel se había desviado de servir a Dios, habían olvidado como Él los había librado por enfocarse en sus asuntos personales. Entonces Dios los llama a reflexionar. Hoy hay quienes dicen que aún no es su tiempo para servir a Dios, porque tienen su corazón en las cosas pasajeras. Esto no significa que no nos ocupemos de suplir nuestras necesidades, de trabajar y cumplir con las responsabilidades. Pero el llamado de Dios es a reflexionar acerca de qué está siendo nuestra prioridad, dónde estamos poniendo nuestro corazón.

«Así que no se preocupen diciendo: “¿qué comeremos?”, o “¿qué beberemos?”, o “¿con qué nos vestiremos?”. Los paganos andan tras todas estas cosas, pero su Padre celestial sabe que ustedes las necesitan. Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, entonces todas estas cosas les serán añadidas.» Mateo 6.31-33.

Estamos inmersos en asuntos personales y terrenales cuando Jesús nos rescató para que disfrutemos de su gloria, de todo lo que Él tiene para nosotros, sin embargo, en el caminar y la presión perdemos de vista la prioridad. Hoy Dios nos invita a reflexionar, esto es mucho más que pensar o entender. Reflexionar es hacer algo para llevar la intención de cambiar a un hecho concreto y real. Ya no necesitamos preocuparnos, el mismo Dios que no nos abandonó cuando estábamos perdidos en el pecado, tampoco nos va a soltar ahora (Romanos 8.32 / Marcos 8.33 / Colosenses 3.1-3). Podemos dejar toda preocupación del futuro bajo su control y poner nuestra atención en lo que Él quiere de nosotros. Cuando más buscamos preocuparnos por el futuro, lo único que hacemos es volvernos a esclavizar. Porque Dios nos rescató para que vivamos para Él y nos hizo portadores de un mensaje para que podamos compartirlo con otros. En esto necesitamos poner nuestra atención, porque Dios no nos habla de vivir una vida de pobreza, Él quiere bendecirnos y mostrar su gloria a través de nosotros, pero para eso es necesario que nuestras prioridades estén en orden.

Dios no busca condenarnos, Él quiere inspirar nuestros corazones, despertarnos y llevarnos a vivir lo que Él pensó para nosotros (Hageo 1.14). Como iglesia estamos para edificar a otros y brillar en medio de la oscuridad, si entendemos que este es nuestro llamado vamos a aprovechar cualquier oportunidad de nuestra vida para llevarlo a cabo y no vamos a dejar que nada nos distraiga (Efesios 5.14-19 / Marcos 16.15-18).

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¿ESTOY DEJANDO QUE LAS PREOCUPACIONES TEMPORALES ME DISTRAIGAN? Las presiones cotidianas y la cultura que nos rodea quiere influenciarnos y llevarnos a vivir para nuestros asuntos personales. Pero necesitamos poner nuestra atención en lo que Dios hizo por nosotros y descansar en Él.

¿ESTOY VIVIENDO LA VIDA PARA LA CUAL DIOS ME RESCATÓ? Dios nos rescató de una vida sin sentido para que ya no volvamos a esclavizarnos a ella. Experimentamos su bendición y su gloria cuando vivimos para Él.

¿ESTOY APROVECHANDO CADA OPORTUNIDAD PARA SER LUZ EN MEDIO DE LA OSCURIDAD? Nuestra vida tiene mucho valor. Fuimos llamados a ser portadores de una gran noticia, y a experimentar la gloria de Dios en nosotros y a través de nosotros.