«No se preocupen por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.» Filipenses 4:6-7

Que increíble es Dios, El conoce todo de nosotros y sabe lo que necesitamos, sin embargo esperamos a tocar fondo para acudir a la oración (Salmos 147.5) A la mayoría de nosotros nos cuesta hacer del orar un hábito y lo usamos como un carta de emergencia en situaciones límite. Pero en esta serie de mensajes estamos siendo desafiados a que la oración deje de ser nuestra última opción para convertirse en nuestro primer recurso. 

Vivimos inmersos en una cultura donde lo malo no se cuenta sino que se oculta, y muchas veces nos acercamos a Dios de esta forma, no somos sinceros y evitamos hablar con Él de aquello que nos incomoda o avergüenza. O simplemente no nos acercamos a hablar con Él porque pensamos que no le interesa lo que estamos viviendo. Pero con esta actitud lo único que conseguimos es dejar a Dios fuera de lo que nos pasa, no le damos lugar en aquellas áreas donde más lo necesitamos. Sacamos a Dios del centro de nuestras vidas, negándole el control de la situación hasta que la realidad nos supera.

Hoy Dios nos invita a acercarnos a Él y llevarle todas nuestras peticiones, a confiar en que para Él todo es posible y sabe lo que necesitamos. Dios quiere todo de nosotros y nos invita a acercarnos a corazón abierto. 

Para que nuestra oración sea real necesitamos conocer a Dios y dejarnos conocer por El, ser honestos. No podemos confiar en Dios sin ser completamente sinceros.



Muchas veces en vez de confiar en Dios, ante los problemas solemos buscar alternativas, intentamos resolverlos nosotros mismos o taparlos con distracciones (trabajo, redes sociales, consumo, etc.) en lugar de orar, pero Dios nos dice no se preocupen por nada, ¡mejor oren! 

Dios no necesita de nuestra oración, somos nosotros los que necesitamos orar y confiar en que Dios puede obrar sobre lo que estamos viviendo. 

Orar no es decirle a Dios lo que tiene que hacer, sino entregarle nuestra necesidad reconociendo que solo Él tiene poder para transformarla. Dios quiere todo de nosotros, está dispuesto a escucharnos y obrar, por eso nuestra oración no puede quedar en un pensamiento o una queja. Necesitamos expresarle todo a Él, porque la diferencia entre pensar y orar es que cuando pensamos queremos tener el control pero cuando oramos le damos el control de todo a Dios. Cuando nos expresamos y llevamos a Dios nuestra preocupación, le mostramos nuestra realidad, Dios obra.

«Clamé: «¡Me resbalo!», pero tu amor inagotable, oh Señor, me sostuvo. Cuando mi mente se llenó de dudas, tu consuelo renovó mi esperanza y mi alegría.» Salmos 94:18-19 

Podemos confiar en que Dios está atento a nosotros constantemente. (Mateo 7:7-8) por eso sabemos que podemos orar, es decir hablar con Él en todo tiempo. No hay un momento particular para orar, siempre es un buen momento para hacerlo. Orar es la parte que nos toca hacer a nosotros en vez de preocuparnos, y cuando oramos Dios responde y hace lo que solo Él puede hacer. 

Podemos decir que la oración es el verdadero antídoto contra la ansiedad. Cuando intentamos tener el control de todo, experimentamos ansiedad, cuando oramos le damos el control a Dios y experimentamos paz. Pero no oramos exigiendo a Dios lo que él tiene que hacer, muchas veces caemos en una oración que le ordena a Dios una respuesta inmediata y cuando no la vemos nos frustramos, porque nos cuesta tanto esperar. Vivimos en la era de lo inmediato y queremos todo ya, y cuando no obtenemos una salida inmediata llegamos a pensar que Dios no nos escucha. Pero orar es reconocer el poder de Dios y confiar en que Él cuida de mi, es acercarnos con un corazón agradecido de poder contar con Dios y poder relacionarse con El. 

Cuando oro reconozco que mi confianza está puesta en Dios y puedo ver su cuidado sobre mi vida.

La oración no solo es buena, sino que es lo que necesitamos en todo momento, porque nos ayuda a recordar que Dios está presente aun cuando nuestros pensamientos y emociones quieren hacernos creer lo contrario, nos recuerda que podemos acercarnos a Él con confianza porque va a brindarnos su ayuda en el momento preciso. (Hebreos 4.15)

En días buenos y en días malos, orar siempre va a ser la mejor opción. La oración, nos permite dejar todo delante de Dios, y su paz nos envuelve, esa paz que sobrepasa nuestro entendimiento, llevándose todo pensamiento que no nos deja avanzar. (Salmo 91:9-10 / Filipenses 4:7)

«Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en las manos de Dios, porque él cuida de ustedes.» 1 Pedro 5:7

La diferencia entre pensar y orar es que cuando pensamos queremos tener el control pero cuando oramos le damos el control de todo a Dios.



¿ESTOY ACERCÁNDOME A DIOS CON MIS CONFLICTOS O INTENTO MOSTRAR QUE TODO ESTÁ BIEN? La clave para una oración efectiva es acercarnos a Dios a corazón abierto. Reconociendo que Él ya conoce todo de nosotros y quiere obrar en nuestra necesidad. 

¿ESTOY CONFIANDO EN QUE DIOS TIENE PODER PARA TRANSFORMAR MI REALIDAD? No podemos confiar en quien no conocemos. Por eso orar es relacionarnos con Dios, conocerlo más nos va a llevar a descubrir que Él está atento a nosotros y puede darnos la ayuda que estamos necesitando.

¿ESTOY DANDOLE DIOS MIS PREOCUPACIONES O SIGO INTENTANDO RESOLVERLO SOLO? Necesitamos descubrir el verdadero poder que la oración tiene, puede transformar cualquier realidad que estemos viviendo hoy.  

Sea ansiedad, temor o incertidumbre. Sobre nuestra familia, nuestra economía o nuestra salud: ¡sobre toda situación podemos experimentar que hay poder en la oración!