«Por eso, desde el día en que lo supimos, no hemos dejado de orar por ustedes. Pedimos que Dios les haga conocer plenamente su voluntad con toda sabiduría y comprensión espiritual, para que vivan de manera digna del Señor, agradándole en todo. Esto implica dar fruto en toda buena obra, crecer en el conocimiento de Dios y ser fortalecidos en todo sentido con su glorioso poder. Así perseverarán con paciencia en toda situación y con mucha alegría darán gracias al Padre. Él los ha facultado para participar de la herencia de los creyentes en el reino de la luz. Él nos libró del dominio de la oscuridad y nos trasladó al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención y perdón de pecados.» Colosenses 1.9-14
La vida está llena de decisiones. Se estima que una persona toma alrededor de 35 mil decisiones al día. La mayoría de ellas son pequeñas y automáticas, como elegir qué ropa ponerse o qué comer, ocurriendo de manera casi inconsciente debido a nuestros hábitos y rutinas diarias.
Sin embargo, hay decisiones más significativas que debemos tomar conscientemente, ya que tienen el poder de definir el rumbo de nuestra vida y determinar nuestro futuro.
ESTAS DECISIONES SON IMPORTANTES Y DETERMINANTES.
En 1 de Reyes 3.4-9 se nos dice que el rey Salomón tuvo una oportunidad que muchos desearíamos vivir. Dios se le apareció en un sueño y le dijo: «Pídeme lo que quieras». Salomón, en lugar de pedir riquezas o poder, hizo una petición especial: discernimiento para gobernar con justicia y sabiduría. Reconoció su juventud e inexperiencia, y pidió la capacidad de distinguir entre el bien y el mal para liderar.
Aunque muchos desearíamos tener esta misma oportunidad, es probable que no todos sepamos qué pedir. O peor aún, podríamos enfocarnos en deseos superficiales o egoístas, en lugar de centrarnos en lo que realmente necesitamos para nuestra vida y nuestro propósito.
SI HOY DIOS TE DIJERA: PÍDEME LO QUE QUIERAS ¿QUÉ PEDIRÍAS?
Existe un fenómeno que describe muy bien lo que muchos de nosotros hemos vivido más de una vez: La parálisis por opción. Es ese momento en el que no sabemos qué elegir o qué camino tomar cuando se nos presenta una decisión. Este fenómeno, también conocido como parálisis de elección, ocurre cuando nos sentimos tan abrumados por la cantidad de opciones, que simplemente no podemos avanzar.
Nos cuesta decidir porque tememos equivocarnos o no estar eligiendo lo mejor. Y así, quedamos detenidos, sin movernos, en ese lugar de incertidumbre. Aunque tener muchas opciones pueda parecer algo positivo, a menudo nos lleva a la confusión, la indecisión y, en última instancia, a no elegir en absoluto.
Perdemos oportunidades, nos estresamos, y todo esto nos lleva a la frustración y la ansiedad y cuántas veces hemos escuchado a personas hacer esta pregunta tan destructiva: «¿Qué hubiera sido si…?» Viviendo insatisfechos. No solo por no decidir, sino aun por decidir y dudar si fue la mejor opción.
NECESITAMOS SABIDURÍA PARA PODER TOMAR BUENAS DECISIONES.
Sabiduría es el conjunto de conocimientos amplios y profundos que se adquieren mediante el estudio o la experiencia, que nos capacita y nos ayudan a decidir. Pero la sabiduría no es solo conocimiento. Porque hay una gran diferencia entre sabiduría y conocimiento.
EL CONOCIMIENTO ES ACUMULAR INFORMACIÓN, MIENTRAS QUE LA SABIDURÍA IMPLICA SABER APLICAR ESE CONOCIMIENTO DE MANERA REFLEXIVA Y ÉTICA.
Antiguamente el conocimiento era solo para privilegiados, pero hoy vivimos en una época en la que el conocimiento y la posibilidad de acceder a tanta información están al alcance de todos. Y aun así con todo el conocimiento que esta a la mano, muchos no saben diferenciar entre lo que es bueno y lo que es malo, y siguen saber qué decidir. Porque tener tanta información no significa que sepamos aplicarla o seamos sabios.
EL TENER CONOCIMIENTO NO NOS GARANTIZA EL ÉXITO EN LA TOMA DE DECISIONES.
La duda y el temor no solo nos impiden decidir, sino que también nos hacen delegar esa responsabilidad en otros. Dejamos nuestra vida en manos de lo que los demás piensan o creen que es mejor para nosotros. De esta manera, nos convertimos en víctimas de nuestras decisiones, dependiendo de las opiniones ajenas. Y si las cosas no salen como esperamos, la culpa y la responsabilidad recaen en otros.
CRECER SIGNIFICA HACERNOS RESPONSABLES DE NUESTRAS ACCIONES Y DECISIONES.
Salmos 111.10 dice: «El principio de la sabiduría es el temor del SEÑOR; buen juicio demuestran quienes cumplen sus preceptos. ¡Su alabanza permanece para siempre!»
Este temor de Dios no es un miedo paralizante o terror al castigo, sino una profunda reverencia, respeto y asombro hacia Él. Reconocer la grandeza, santidad y poder de Dios nos lleva a una actitud de obediencia, sumisión y dependencia.
Este tipo de temor está directamente relacionado con la sabiduría. Proverbios 9.10 dice: «El comienzo de la sabiduría es el temor del SEÑOR; conocer al Santo es tener entendimiento.»
Este temor nos recuerda que Dios es justo y que nuestras acciones tienen consecuencias. Sin embargo, más que asustarnos de su juicio, nos impulsa a confiar en Él, buscar su guía y vivir alejados de lo que nos hace daño.
Proverbios 3.5-7, 3.13-18 nos llama a depositar nuestra confianza en Dios, reconociendo que nuestra propia sabiduría es limitada. En Dios encontramos una guía clara para nuestras decisiones y esta confianza en Él nos conduce a descubrir la verdadera sabiduría, que supera cualquier riqueza material.
Aunque la sabiduría es confiar en Dios y reconocerlo en nuestras decisiones, muchas veces hemos elegido seguir nuestro propio camino, siendo arrogantes y soberbios, pensando que somos capaces de tomar decisiones sin la guía de Dios, creyéndonos suficientes y nos equivocamos convirtiéndonos en necios.
Un necio es una persona que insiste en los propios errores o se aferra a ideas o posturas equivocadas, demostrando con ello poca inteligencia.
«Dice el necio en su corazón: «No hay Dios». Están corrompidos, sus obras son detestables; ¡no hay uno solo que haga lo bueno!» Salmos 14.1
Dios se dio conocer, pero nosotros no quisimos reconocerlo Romanos 1.18-32 habla de que a pesar de que Dios se ha revelado a nosotros desde la creación, pero muchos eligen ignorar esta verdad, convirtiéndose en necios.
PERO NECIO NO SOLO ES AQUEL QUE DICE QUE DIOS NO EXISTE, SINO AQUEL QUE PIENSA QUE PUEDE VIVIR SU VIDA SIN RECONOCERLO, SIN DEPENDER, SIN TEMERLE, SIN CONFIAR EN ÉL, SIN BUSCAR SU GUÍA PARA LA TOMA DE DECISIONES.
Queremos tener buenos resultados, pero intentamos obtenerlos sin incluir a Dios en nuestras vidas. Nuestra vida está en juego y son nuestras decisiones las que determinan nuestro futuro. Y cometemos el error de buscar consejo en personas, incluso en aquellas bien intencionadas. Sin embargo, muchas veces recibimos orientación basada en la sabiduría humana, que es terrenal y limitada.
PERO LA SABIDURÍA SE VE EN LAS ACCIONES, EN NUESTRO COMPORTAMIENTO.
Necesitamos sabiduría porque nos enfrentamos a decisiones y desafíos, pero necesitamos saber donde buscar ese consejo y esa sabiduría. Santiago 1.2-7 nos anima a pedir esta sabiduría a Dios y Él lo hará generosamente.
Salomón no solo pidió sabiduría; en su petición, mostró un corazón rendido a Dios. Reconoció la grandeza y la misericordia de Dios, y aunque era rey, se humilló ante Él, presentándose como un simple muchacho necesitado de su guía. Pero hay veces que no tenemos esa actitud, la de rendirnos a Dios y nos acercamos a Él con soberbia, pensando que somos sabios en nuestra propia opinión, y tomamos decisiones sin considerar a Dios, queriendo obtener resultados.
DIOS ES EL MÁS INTERESADO EN QUE TE VAYA BIEN, QUE CREZCAS, QUE VEAS RESULTADOS.
Dios no solo desea que tengamos buenos resultados en nuestras vidas y nos insiste en que le demos lugar a Él, que oigamos su voz y que vivamos conforme a su verdad.
NECESITAMOS LA SABIDURÍA QUE VIENE DE DIOS.
Como menciona en Colosenses 1.9-14, la sabiduría de Dios nos lleva a vivir de manera digna, dando fruto y creciendo en el conocimiento de Él. Así, podremos perseverar con paciencia y alegría, fortalecidos en todo sentido. Aprovechemos bien cada oportunidad, siendo sabios en nuestra manera de vivir, como nos aconseja Efesios 5.15-17. No bajemos los brazos, sigamos avanzando y CRECIENDO.
¿ESTOY DEJANDO QUE EL MIEDO AL FRACASO ME PARALICE?
El temor a que las cosas no salgan como esperamos puede hacernos dudar e incluso no actuar. Sin embargo, Dios nos da valentía y sabiduría para enfrentar las decisiones. En lugar de dejarnos vencer por el miedo, podemos verlo como una oportunidad para crecer, confiando en lo que Él tiene para nosotros.
¿ESTOY BUSCANDO LA SABIDURÍA DE DIOS O ME APOYO SOLO EN LO QUE YO CREO?
La sabiduría humana es limitada, y a menudo pensamos que nuestras ideas son suficientes. Pero la verdadera sabiduría proviene de Dios. Cuando permitimos que Él nos guíe, dejamos de lado nuestras propias suposiciones y escuchamos lo que Él quiere para nosotros. Buscar Su sabiduría nos lleva a tomar decisiones más acertadas y nos da paz, incluso en tiempos de incertidumbre.
¿ESTOY DISPUESTO A ASUMIR LA RESPONSABILIDAD DE MIS DECISIONES?
Dios nos llama a ser responsables de nuestras decisiones, reconociendo que impactan nuestra vida y la de quienes nos rodean. Asumir esta responsabilidad requiere valentía y un deseo constante de aprender y crecer. Al tomar decisiones con este enfoque, nos fortalecemos y nos acercamos al plan que Dios tiene para nosotros, ayudando también a quienes nos rodean a avanzar.
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