Llegamos al final del recorrido de nuestra serie de mensajes titulada FUTURO. Y es increíble en estas semana como Dios nos amplió la visión acerca de qué esperar para nuestro futuro y cómo extendernos hacia ello. Y podemos ver como el ejemplo del Apóstol Pablo nos deja una enseñanza clave.
Hablar del futuro nos remonta automáticamente al pasado. Pensando en todas las COMODIDADES que hoy tenemos nos preguntamos; ¿cómo hacíamos antes para vivir sin “esto”?
Nuestras palabras tienen poder. Con una palabra podemos herir o sanar; inspirar muerte o vida, hundir a alguien o levantarlo. Nuestras palabras pueden empoderar o estigmatizar. Dios creó el universo a través de sus palabras… «y dijo Dios».
Estamos cerca de finalizar el año, y es común en estas fechas que abunden las personas que intentan con diferentes métodos anticiparse al futuro. Pero preocuparnos excesivamente por el mañana, solo genera en nosotros ansiedad.
Seguramente si se nos diera a elegir un súper poder, la mayoría de nosotros desearíamos poder conocer el futuro. Pensar en futuro muchas veces genera incertidumbre y la única certeza que tenemos es que es INEVITABLE. Hagamos lo que hagamos el Futuro llega. Pero esta semana estamos siendo desafiados a re-direccionar nuestra perspectiva.
